En tiempos electorales vale todo y esto forma parte del folclore nacional durante una guerra pre eleccionaria. Esto incluye acusaciones, propuestas, juego sucio y desprestigio al adversario como parte de la campaña electoral. Lo que la pandemia frenó en cuanto a concentraciones y mitines se vive ahora en redes sociales pero con rabiosos defensores de candidatos, férreos denunciantes de otros y también una guerra de hurreros que incluye a representantes de todos los sectores. La presencia digital y cantidad de seguidores es una obligación para sumar likes, retuits y hacer número en cuanta encuesta digital se difunda, pero la agenda de los perfiles falsos o políticos no termina en la campaña por las elecciones.
Muchos de estos seres ocultos detrás de un correo falso y una foto genérica utilizan sus cuentas para instalar ideas cuya difusión es bastante peligrosa. Ahora apuntan a la desinformación y la confusión en temas de salud, un área al extremo sensible cuando todavía se registra altos casos de nuevos contagios del covid19 y de internados en grave estado.
Claramente no se animan a dar la cara pero difunden datos falsos, supuestos testimonios de casos reales y hasta inventan alguna que otra historia sobrenatural para sostener argumentos en contra de las vacunas, por citar un ejemplo.
Si se trata de una pandemia, dejar de visibilizar a perfiles con esta agenda no implica una censura, sino es parte del cuidado a la ciudadanía en cuanto a salud pública se refiere. Un argumento antivacuna expuesto por un perfil falso que además se ocupa de ser hurrero político y no ofrece datos con validación representa un arma criminal contra una ciudadanía sensible y desinformada. Está en manos de todos anular a personas con una agenda digital oculta, incluso para sus propios contratantes para atacar al adversario político.