@jpferbo
Para administrar justicia de verdad y buena fe, mejor que letraduría, buen linaje hay que tener. (Luis Cané).
La agitada semana que ha pasado nos deja a todos, una profunda necesidad de reflexionar sobre el rol de la justicia en nuestro país, partiendo desde el Ministerio Publico muy criticado por su falta de accionar ante temas que son a simple vista pasibles de sus investigaciones y por ende un sistema judicial mucho más cómplice de lo ilegal que de lo legal.
Mucho se dice que el nivel de la justicia en el Paraguay va de la mano de la mala formación de los actores del sistema de justicia, pero yo diría que aparte de eso, es también la politización que ha podrido los niveles de independencia de sus actores, acostándose con los distintos gobiernos, a lo largo de estos 30 años de democracia, revolcándose en la lujuria de lo incorrecto y hasta apañando actos inmorales que a simple vista demostraba su contubernio hacia lo torcido sin ser sancionados.
¿En qué momento se jodio la justicia en el Paraguay? Esa pregunta me la hago permanentemente al escuchar historias de señores de antes, Karai Guazu, que fungían de juez de paz, por ejemplo, y que una palabra servía para sellar acuerdos, pactos y encontrar soluciones a problemas que se respetaban como si fueran ley. Está en nuestra matriz cultural ser íntegros, dignos y probos. Debemos de forma urgente volver a rescatar esos valores.Por más cooperación internacional que venga a querer ayudar a mejorar el sistema de justicia, si no se trabaja en limpiar de corruptos, malhechores, inescrupulosos y oportunistas, será dinero desperdiciado en costosas consultorías, grandes coloquios para debatir lo de siempre y pagar bocaditos, aplicaciones informáticas e impresos, que no sirven para nada. Si queremos volver a tener una justicia como las historias que nos cuentan nuestros padres y abuelos, es hora de pulverizar, como dijo una vez un político, las alimañas que vienen pudriendo hace décadas el sistema. Solo de esa forma podremos empezar a ser un país soberano, independiente y con estado de derecho. Mientras, no nos indignemos de forma real cuando la justicia internacional nos pone en regla y solo nos “rasguemos las vestiduras” y flagelemos indignados cuando lo hacen, todo seguirá igual… porque lastimosamente, así como estamos, solo vamos camino a que intervengan cada vez más.¡Y bien que no nos gusta