Parece que el arma con la que asesinaron al ex Primer Ministro japonés Shinzo Abe era de fabricación casera. Aunque el asesino perteneciera años atrás a una fuerza militar, eso no le garantizó el acceso a un rifle o un arma corta. Así que debió hacer acopio de ingenio y fabricarse una.
En su país, la tenencia de armas es virtualmente imposible para la población civil. Es más. Los pocos que pueden permitirse el lujo de tenerlas pasan por un proceso previo implacable. Deben asistir a clases teóricas y pasar un examen escrito. A continuación tienen que participar de prácticas de tiro. Cumplidos estos requisitos, el candidato se somete a un test psíquico que le asegure a la autoridad de aplicación de la ley de armas que no padece alguna enfermedad mental y, además, que no es adicto a las drogas. Sólo entonces puede aspirar a una licencia que le da acceso a… una escopeta con munición de caza. Es todo lo que puede comprar. Nada de pistolas o revólveres ni mucho menos rifles de repetición de alto calibre.
La policía, certificado médico en mano, es la que otorga la licencia pero luego de una exhaustiva investigación del candidato, su familia y su entorno. Se reserva el derecho a negarle el permiso si encuentra alguna causa razonable que le permita sospechar que el solicitante encierra algún peligro para las vidas de otras personas, propiedades o el orden público.
Otro detalle: el titular deberá entregar a la policía un plano de su vivienda con la posición del armero en donde guarda el arma. La munición deberá ir bajo llave en una caja fuerte. Hasta 1971, la tenencia de un rifle de bajo calibre (el popular 22) era legal. Pero ese año el Gobierno lo prohibió. Quienes aún son titulares de licencias de rifles pueden seguir teniéndolos, pero los herederos están obligados a entregarlos a la policía cuando muera el titular del permiso.
¿Obsesivo, demasiado estricto? Los números cantan. Entre 2010 y 2020 hubo en Japón sólo 44 asesinatos con armas de fuego, la mayoría de ellos vinculados a los bōryokudan o grupos violentos. En 2020, en Estados Unidos hubo 19.380 muertes por armas de fuego, es decir, una tasa de 53 homicidios cada 24 horas. A los japoneses les llevaría 232 años igualar ese macabro record americano.
En Japón parece regir el principio de que “el hombre es bueno, pero si se lo vigila es mejor”. Tal vez tengan razón.