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Inteligencia emocional aplicada a la política

En mis casi 15 años como consultor en comunicación política me ha tocado la experiencia de tratar con todo tipo de candidatos y personas en situación de gobierno: senadores, diputados, ministros, presidenciables, jueces, viceministros, gremialistas, intendentes y concejales.

Y algo de lo que estoy seguro, independiente a cuestiones que puedan ser muy coyunturales, los procesos victoriosos solo se logran con lideres equilibrados. Lograr el equilibrio forma parte del habito que se desarrolla en el camino. Claramente el cuerpo y la mente responden también a la sobrecarga que le demos y a los descansos que generemos, esto ultimo es determinante, no existe acting que valga cuando el cansancio se prolonga.

Como explica el neurocirujano Dr. Mario Alonso Puig, la neurociencia afectiva, una parte de la ciencia que se dedica al estudio del sistema nervioso, en este caso en relación a los temas emocionales. Desde donde se sabe que de los tres grandes bloques del encéfalo, el sistema límbico (el emocional) es el que “manda”; por lo cual una persona ilusionada, entusiasmada y que confía en sus capacidades es alguien que activa de una manera singular su capacidad de razonar, aprender, negociar y tomar buenas decisiones, frente a una persona con las mismas capacidades pero que vive angustiada, con sentimiento de culpa, rabia o desesperanza, su propio sistema límbico apagara regiones enteras del cerebro ejecutivo. Ergo tomara malas decisiones.

Esta comprobado el efecto del ejercicio físico, la caminata, las pesas o algún deporte que se pueda practicar por lo menos tres veces a la semana, y si a esto le sumamos un momento de meditación diaria de unos 10 minutos, estaremos generando el escenario propicio para mantener un equilibrio emocional que nos ayude a tomar decisiones correctas (que nos permitan llegar a los objetivos o que nos saquen de una crisis).

Cualquiera en la función publica o que ocupe espacios electivos es un líder, con mayor o menos arrastre, y es alguien que debe ser responsable de ese equilibrio, de lo contrario perderá los espacios o le saldrá muy caro sostenerlos.

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