Una visita al interior del país durante este fin de semana, en Caazapa, Villarrica y Cordillera, nos permitió resaltar algunas cuestiones que tienen que ver con la organización administrativa del Estado y los niveles de pobreza de algunas regiones.
Hay intentos claro de no depender del Estado, sin embargo en muchas instituciones como el caso de Petropar, la compra de caña de azúcar por cuestiones político partidaria terminan distorsionando los precios, pero más que eso, desencantando a la población. Mientras un campesino sin contacto tiene que vender su caña de azúcar a G. 100.000 la tonelada, en la planta de Mauricio José Troche le compran a G. 240.000, pero sólo los que siguen al encargado de esa dependencia estatal.
Lo que significa que se manipulan los precios, se distorsiona los mismos y se desencanta la gente, y mucho de aquellos que están enojados dicen: “vamos a buscar a escoger a alguien que sea el administrador y que cambie las reglas a favor nuestro, no es que quieren cambiar la forma distorsionada de comportamiento del mercado, sólo desean que también les toque a ellos una abierta y justicia e inequidad, que existen en esos lugares y en ese rubro agrícola en particular.
Si sumamos también a eso la decepción y el desencanto que tiene la gente con respecto a los empleado públicos que queriendo llevar desarrollo y progreso a su comunidad, sin embargo han hecho un perjuicio económico patrimonial enorme al Estado, como en la construcción del edificio del Ministerio Público en Caazapá, llevado de la mano de un hijo de esa zona, Díaz Verón, quien posteriormente fue calificado de “Significativamente Corrupto”, y afronta varios juicios por cuestiones que tienen que ver con el mal manejo de los recursos en general. Hay que evitar la distorsión del mercado y para eso hay que volver a lo que realmente manda el mismo, trabajar con justicia, con equidad y con oportunidades para todos.