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Hambre y sed de justicia

Días atrás haciendo un repaso de una historia violenta en Centroamérica me tocó abordar el caso del ex presidente salvadoreño Alfredo Cristiani quien fue acusado de uno de los peores crímenes calificados por la humanidad, la muerte de unos activistas de derechos humanos en la época negra de este país a finales del siglo pasado.
Cristiani fue finalmente condenado a prisión por el tribunal de El Salvador que ordenó el arresto de ex presidente por las masacres de sacerdotes y monjas en 1989.

Alfredo Cristiani, quien salió del país en 2021, es acusado de conocer planes militares para masacrar a seis sacerdotes jesuitas y no haber hecho nada para impedirlo.

1989 es el mismo año del fin de la dictadura de Stroessner en Paraguay quien durante 35 años cómo dictador ejecutó a cientos de personas y lastimó a otra cantidad dejando a familias y otros círculos sociales en medio del terror y el miedo.

Cuando los gobiernos son administrados por la mediocridad, la maldad y el terror se lamentan estos hechos y las sanciones contra sus ejecutores aunque tarde llegan para repara en algo el daño perpetrado. Los fiscales alegan que Cristiani sabía del plan militar para eliminar a los sacerdotes y no hizo nada para detenerlos. Por esto irá a prisión por 30 años por haber estado en complicidad en el caso de los sacerdotes jesuitas muertos.

Nuevos retos
El gobierno actual de Nayib Bukele tiene la gran tarea de repara estos hechos y además controlar el desempleo, los bajos sueldos y la inseguridad que son un factores fundamentales en el día a día de los salvadoreños. El hambre es uno de los principales problemas que trae la pobreza, así como también la sequía que experimentan estos países retrasando así su producción agrícola.

Haciendo uso de su ubicación estratégica, acceso preferencial a mercados internacionales. atractivos incentivos fiscales e infraestructura competitiva deben ser aprovechadas por este país centroamericano más pequeño en extensión que el departamento de San Pedro nuestro.

Bukele como Boric tienen menos de 40 años y con una una seria responsabilidad no solo para su país sino hacia una generación que tiene muchas inestabilidades que no dan firmeza a su presente y menos a su futuro.

Uno que puede o no ser seguro y feliz de acuerdo a cómo hagamos el hoy que determinará la estabilidad de nuestro mañana en distintos ámbitos como la justicia, economía, educación y todo pilar que sostiene a nuestro país. Es importante paso dado en contra la impunidad con el caso Cristiani pero los desafíos del presente son calves para sostener la esperanza.

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