Una combinación horrible, criminal y fuera de lugar humanamente vista, es mezclar la infancia con sonidos y efectos del plomo en nuestro entorno. Es un sector social que existe e intenta sobrevivir los tiempos y situaciones bélicas cómo la que se da ahora en Eurasia entre Rusia y Ucrania donde no solo son hombres, mujeres, adultos y jóvenes los seres humanos que migran, se lesionan y hasta mueren sino también lamentablemente niñas y niños
Niños llorando y con la poca fuerza de sus cuerpos y espíritu procuran seguir adelante en un escenario protagonizado por los actores de la guerra y en donde ellos en su fragilidad sufren más que ninguno. Ahora les toca padecer en su infancia cicatrices que jamás podrán olvidar si sobreviven. Putín que en su afán de controlar la política, economía y movimiento social de la región, continúa dañando hogares y ciudades completas.
Víctimas frágiles
Entre las negras cifras que son noticia se maneja una media de más de 140 muertes de niños en lo que va de esta invasión destructiva rusa a Ucrania. Una desagradable forma de destruir el mañana con la pesadilla del hoy que toca vivir a los niños.
Personas que al no tener referencias bien marcadas acerca de lo que es bueno para todos terminan repitiendo errores de su ayer, prolongando lo que en nuestro presente es condenado a padecimientos indecibles a muchos y entre ellos los niños. Los más fra
frágiles en esta ecuación de la guerra que termina cebándose la vida de muchos. Niños que escuchan todos los días desde hace un mes el ensordecedor ruido de bombas y disparos que pueden acabar con la vida de ellos y de sus progenitores.
Lo de Rusia atacando ciudades completas no tiene miramientos ante nada ni nadie y menos aun ante los niños sus víctimas más frágiles en esta guerra sin razón ni argumento