Por Benjamín Fernández Bogado
Una de las cuestiones que ha tenido mayor efecto en los últimos tiempos ha sido el multilateralismo, y eso es posible observarlo incluso en instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, que desde su creación estuvo en manos de algún latinoamericano que dirigió la entidad financiera más importante a nivel regional. Ahora, Donald Trump ha puesto a uno cubanoamericano como candidato para dicho cargo, rompiendo el pacto no escrito de que el titular debería ser siempre un latinoamericano. Pero más que todo esto, pone en entredicho la verdadera finalidad del propósito y la forma en que el banco ha venido manejando los asuntos de financiación.
Hay estudios que demuestran que el 60% de los créditos otorgados por el Banco Interamericano a los países de los cuales es el administrador de sus recursos, porque cada país latinoamericano es socio accionista del Banco Interamericano, se ha perdido en corrupción. Un porcentaje altísimo, lo que lleva a presuponer que el propio banco se ha coludido, ha estado en colusión o ha estado en complicidad con los gobiernos a quienes prestó dicho dinero.
Es el tiempo no solamente de preguntarnos y preocuparnos acerca de quién es el que va a dirigir el banco, si debe ser un norteamericano o un latinoamericano. Aquí lo importante es que el banco vuelva a ser lo que tiene que hacer en la forma correcta y deje de reproducir en Washington la misma burocracia corrupta que condenamos a nivel local.
