Existen dos cosas que debe manejar el ser humano para encontrar el éxito y son el tiempo y espacio. Cada 24 de febrero se recuerda el día de la mujer paraguaya por su trabajo en la defensa y luego reconstrucción del país tras el genocidio sufrido en la guerra de la Triple Alianza. A ese grupo se denominó; ”Las Residentas”, o mujeres bravas, resilientes y corajudas que se levantaron del gran osario en que se convirtió el Paraguay.
Hoy vemos sin embargo de manera más clara la violencia contra ellas y muy especialmente el hecho acontecido en las afueras de Asunción en un servicentro donde ante las cámaras del circuito cerrado un animal (no puedo tratarlo de otra manera.. disculpen) golpea miserablemente a la que fuera su pareja. Los hechos violentos marcan en mucho la asimétrica relación entre hombre y mujer en el Paraguay parte de una herencia machista que debe ser erradicada. Cómo hombre me resulta complejo ponerme en el lugar de la mujer y sentir lo que viven pero si puedo dar fe de mi testimonio que el Paraguay y sus ciudadanos nos debemos mucho a las que pelean todos lo días cómo “residentas” por su lugar en el país, desde lo familiar, académico y laboral hasta lo político y artístico,. Desafortunadamente los hombres seguimos avasallando esas áreas que hasta podrían ser mejores si ellas tuvieran un mejor control de su tiempo y espacio.
Faltan acciones concretas en el ámbito familiar donde se desarrolla una situación de violencia sistémica que emerge luego en casos policiales. Hay una profunda fractura de la familia y los datos oficiales muestran que mas del 80% de los casos de abusos sexuales se dan en el seno de la piedra angular de la sociedad y eso un un grito claro y crudo. Además las instituciones no hacen lo que les manda hacer la ley por cuestiones absurdas reforzada por la tradición machista y poco inclusiva seguimos sin apostar en ellas.
Es importante correr contra el tiempo antes que la violencia contra las mujeres siga en aumento y dar mayores espacios para que hagan transformaciones profundas desde lo público y no repliquen conductas absurdas y degradentes como el caso de la fiscala general o la ministra de la mujer.