La deuda pública crece de manera sostenida, ha superado hace bastante tiempo el 30% del PIB nacional. Estamos alcanzando el 36%, y no hay ninguna acción concreta más que el patear el problema para el futuro.
Se vuelven a contraer créditos para pagar deudas anteriores con el cuento que son mejores y más convenientes las tasas de interés; pero el país sigue sin gastar correctamente los recursos. Se sigue robando mucho, incluso en los propios créditos que recibimos y con los que nos endeudamos los paraguayos.
No tenemos una esencia administrativa que sea rigurosa con el manejo del dinero público, al contrario, nuestros legisladores y también las referencias en el Ejecutivo siguen gastando, y más durante el tiempo de campaña.
Ya podemos suponer, con todos los antecedentes, que el dinero de este periodo va directamente a financiar las campañas electorales de una manera pérfida y contraria a los intereses colectivos.
Estamos teniendo incluso un acumulativo con las empresas vialeras, que dicen que ya les adeudan casi US$ 400 millones, y uno se pregunta, si se contrajeron los empréstitos para este tipo de pago, ¿por qué no lo hacen, dónde se encuentra el dinero?
Esa es una cuestión central que debería incluirse dentro de la agenda de los candidatos a presidentes, un manejo mucho más honesto, delicado, riguroso y austero del dinero público.