Aburre escuchar, una y otra vez, la misma lista de viejas miserias.
Bomba de tiempo. Acceso imposible para bomberos. Hacinamiento de puestos de venta. Instalaciones eléctricas precarias. Acumulación de materiales inflamables. Descontrol. Suciedad. Drogas…
Se podría llenar una enciclopedia con el cúmulo de miserias que se han ido estratificando durante años y que ninguna administración municipal, en los últimos 70 años, ha sido capaz de revertir o al menos encarar con alguna perspectiva de éxito.
Es el Mercado N° 4, el ombligo del consumo popular que cada día está mas enfermo y cada día peor gestionado. El último incendio puso en primer plano todos los factores que hacen de ese centro de compras un sitio cada vez más invivible.
En ningún rincón de la ciudad, Asunción es más Tercer Mundo que en el Mercado N° 4. Todos los intendentes y concejales, desde los años ’50 del siglo pasado hasta el presente, han sido incapaces de frenar el crecimiento de este verdadero Frankenstein urbano. Mucho menos, de transformarlo en un lugar que, en todas las ciudades del mundo bien administradas, son hasta una atracción turística, no sólo un sitio para las compras de día.
Fastidia tener que traer, en forma recurrente, ejemplos de otras ciudades que saben lo que hay que hacer, a ver si los munícipes caen en la cuenta de su inepcia. Esta vez, hablamos del nuevo mercado municipal de San Salvador, El Salvador, el país de Nayib Bukele, el presidente con mejor imagen positiva del continente. Es una estructura con cuatro niveles de 15.000 metros cuadrados cada uno. Allí habrá estacionamiento protegido para 260 autos, 320 puestos de venta, un patio de comidas para 400 personas, nueve restaurantes, dos bares y oficinas bancarias. En ese complejo serán acomodados vendedores callejeros que atestaban el centro de la ciudad y que ahora podrán trabajar organizados, en sitios limpios, con todos los servicios, seguros y al alcance de los compradores sin interferir con el comercio establecido en el centro histórico.
Por pura charlatanería, populismo barato e incapacidad de sucesivos administradores municipales, Asunción sigue padeciendo un mercado sucio y peligroso, una verdadera vergüenza internacional que en vano se pretende hacer aparecer como “color local”.
Si la mugre y el desorden son un atractivo turístico, estamos en el horno.
¿Nadie se da cuenta en Villa Aurelia o es que están esperando una catástrofe para actuar?
