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El porno ¿Aliado o mal consejero?

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El acceso a contenido pornográfico se hace más fácil en la era digital, permitiendo así un consumo masivo que puede resultar positivo o negativo, dependiendo de cómo se use.

En cuanto a lo positivo, se puede destacar que el imaginario sexual puede expandirse, alimentando las fantasías, permitiendo asimismo aumentar recursos para aplicar en las relaciones sexuales dentro de la realidad. 

Todo eso puede generar una sexualidad más rica. Es un contenido que está preparado para generar deseo y puede ser un aliado en momentos donde falte un plus para “activarse sexualmente”.

Sin embargo, hay que ser conscientes de que es una ficción. Si se llegan a ver películas XXX con mucha frecuencia se puede llegar a percibir la pareja como menos atractiva. Muchas personas usan siempre la pornografía como un medio para la excitación, y eso conlleva a que la sexualidad del día a día resulte poco motivadora.

Falta también mucha comunicación sexual en las casas y colegios, sobre todo en Paraguay, lo que conlleva a ideas erróneas de lo que es la sexualidad real, y ahí surgen los mitos.

Nicolás Palomino, psicólogo Clínico y consejero en Sexología Clínica, dijo que el tema del consumo o no de la pornografía es muy controvertido. “Hasta la década pasada se usaba mucho para ayudar a personas con eyaculación precoz y para las parejas que sentían que necesitaban más creatividad, pero el estímulo pornográfico era más fácilmente aceptado que tener relaciones, puesto que la gratificación está ahí, en cualquier momento, cada vez es más fácil acceder a contenido pornográfico”.

Agregó que un consumo excesivo puede derivar en una eyaculación retardada, lo que puede resultar peligroso porque puede tener graves consecuencias para los genitales masculinos. 

“Lo de la eyaculación retardada se explica porque al ver contenido pornográfico se llega a esperar más para tener el clímax. Estimulando más, alimentando el deseo y las ganas, una persona puede conseguir pausar, pero puede afectar a los conductos del semen antes de la eyaculación y hay nervios implicados que podrían tener grandes consecuencias para el funcionamiento sexual de la persona”, detalló.

ALGUNOS CONSEJOS PARA VER PORNO

Según el especialista, a una pareja que consume porno se le recomienda que consulte el uno con otro y con el sexólogo, porque lo que se ve en este tipo de películas no siempre es la realidad y llegan los complejos que pueden tener tanto el hombre como la mujer, o que uno de los miembros haga cosas humillantes para el otro.

Recomendó ver contenido adecuado, buscar un punto medio, pornografía que le pueda hacer bien a la pareja. “No todo lo que van a ver es real, ni se hace con cualquier persona. ¿Cuánto se puede consumir? Pasa casi lo mismo que con la masturbación, no hay un número de veces, pero un consumo perjudicial es cuando se convierta en una obsesión y cuando el único método que satisface sus necesidades sea consumir”, expresó el sexólogo.

LA INDUSTRIA PARAGUAYA

El psicólogo clínico aseguró que no se conoce que existan agencias de películas porno, más que nada son videos caseros. Contó que se hizo una investigación acerca del tema y las personas no querían responder aunque eran anónimas las encuestas, entonces no se pueden tener datos veraces del consumo de películas XXX.

“El año pasado, una página internacional lanzó una estadística de los rasgos sociodemográficos de las personas que consumían su contenido y en el caso de Paraguay dijeron que se destacaban las mujeres, pero hay muchos sitios, y son más los hombres que acuden a consulta con problemas de consumo pornográfico, entonces es muy incierto”.

Finalmente, indicó que las películas paraguayas que se ven en su 98% son de parejas que quisieron filmarse para ellos y se termina divulgando, lo que es un problema, incluso hubo casos en los que inescrupulosamente se filtraron materiales de menores de edad que fueron denunciados oportunamente.

“Depende de su uso, la pornografía es buena o mala, siempre y cuando no sustituya una relación sexual real puede estar permitida”, concluyó el sexólogo.

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