Foto: TSJE
Una de las mayores debilidades de nuestro sistema electoral es el porcentaje de votantes que vende o alquila su voluntad de decidir por un candidato determinado. Se tuvieron de nuevo escenas de este tipo, con muchas personas que incluso reconocieron haber vendido su voluntad y no haber recibido el porcentaje de dinero prometido.
El tema de la venta de votos es una cuestión compleja que tiene que ver con la pobreza del país en general, con la falta de capacidad de juicio crítico de parte de muchos. Este es un problema de carácter educativo, ético o familiar, tiene que ver con una costumbre de la gente que dice: “voy a cobrar algo a este candidato porque después nada hará por mí, esta es la única oportunidad que tengo para recibir algo de esa persona o de ese partido político”.
Esto desnaturaliza notablemente las elecciones en cualquier país del mundo y lo hace mucho más en el Paraguay. Recuerdo una vez que un Gobernador electo en el país me había dicho que había comprado más del 50% de los votos de su comarca, una cifra que realmente llevaba a la siguiente pregunta.¿Y te sentís agradecido a ellos por eso? y él me contestó ¿Por qué tendría que hacerlo si soy yo el que los compró?
En realidad, este sistema perverso solo genera mayor desencanto y decepción en la propia democracia como sistema político y tiene que ser corregido de manera holística, amplia, general entre todos para que nos favorezca también a todos.