A juzgar por los hechos, el Estado paraguayo evidentemente está diseñado para un solo propósito: robar o convertir en supermillonarios a cualquiera que pase por dicho sitio.
No hay un solo día sin escándalos al interior de su estructura, lo que nos hace preguntarnos ¿Cómo les fue tan fácil hacer todo esto?. El caso de la ex titular de Petropar, Patricia Samudio, es una muestra más del desaguisado en el que se encuentra constituido la forma administrativa del Estado paraguayo.
Se tenían US$ 350 millones para propósitos nobles, para comprar elementos para enfrentar el Covid, pero en realidad ese dinero fue para pagar las deudas del marido. O sea, la titular de Petropar usaba plata supuestamente para un propósito que no era tal y terminaba finalmente enjuagando las acreencias del marido.
Todo esto nos lleva a preguntar ¿Dónde están los mecanismos de control?, ¿Dónde están aquellos que tendrían que decir no, este dinero no puede ir hasta ese lugar?, ¿Dónde está la Contraloría General de la República, que siempre llega tarde y generalmente cuando el corrupto ya ha dejado el cargo? y así también ¿Por qué en Paraguay nos contentamos simplemente con algún juicio pequeño a aquel corrupto que robó al Estado?.
En este país se roban US$ 1.600 millones al año y pareciera que a ninguno de nosotros nos molesta demasiado. Consideramos que es parte de la naturaleza del Estado paraguayo el hecho de robar. Tampoco hay mecanismos de controles internos que funcionen y no vemos que la gente tenga una idea de que ese dinero es de todos y que no se debe tocar.
Demasiadas cuestiones en torno al ogro filantrópico, como denominaba Octavio Paz al Estado, que sigue siendo alimentado por una corrupción rampante que cada día nos otorga como un programa de divertimento la cantidad y el monto que sigue llevando de nosotros y que sigue generando, en consecuencia, personas ignorantes, analfabetas o, por qué no, muertas en los hospitales.
Foto: Radio Monumental
