Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Una de las características de las construcciones viales en países es que nunca terminan de hacer el proyecto final como debiera antes de comenzar la obra, terminan agregándole otros recursos y elementos, con lo cual los costos se disparan de una manera extraordinaria.
El manejo de los recursos públicos debe ser austero, honesto y celoso. No debe autorizarse el inicio de ninguna obra que no haya sido diseñada como tal, y si el costo de la misma se va por razones completamente distintas a las establecidas en el pliego licitatorio, pues la empresa privada que ganó la licitación con esos números y con esas condiciones, debería pagar los costos.
Cuando nosotros observamos los casos en que se ha construido un puente que tenía que valer 10, terminó valiendo 20, una carretera de las mismas circunstancias, nos estamos dando cuenta de que el negocio o la llamada mafia vialera sigue lucrando a costa del erario público en grandes cantidades.
Hay que escuchar si el nuevo ministro de Hacienda realmente va a hacer la revolución del gasto público en el país, que se lleva US$ 2.000 millones por el sumidero de la historia de manera anual en el país.
Hay que recuperar el grado del celo de la cosa pública. La cosa pública es la de todos, no es la de nadie, algunos no quieren creer que ha generado un montón de ricos en este país, no han hecho las obras como debieran y ha sido negocio no sólo construirlas, modificarlas, sino también, repararlas.
