Secretario General del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo
El huevo ya existía antes de la gallina. Los dinosaurios ya ponían huevo. De ahí seguro que viene la gallina, papá, me decía mi hija de 7 años, hace unos días.
Indudablemente el huevo vino primero que la gallina. Y como origen que es, cuando hablamos de la corrupción, es bueno reflexionar e identificar al huevo que la parió.
Algunos dicen que la corrupción es parte de la naturaleza del ser humano. Es como si desde el surgimiento de la humanidad, el vicio de la corrupción haya existido en nuestros genes. Otra gente piensa que, dada su escandalosa presencia, somos los paraguayos quienes traemos la corrupción en nuestro ADN.
El huevo paridor de corrupción es la supremacía del individualismo y la propiedad privada como forma de organización productiva y de relacionamiento social. Es la errónea idea de creer que el trabajo individual es superior al trabajo colectivo. Ir de contramano a nuestra condición de ser social y a la necesidad de construir una convivencia pública y colectiva que reconozca nuestra individualidad a partir de nuestra condición de seres sociales es el gran problema. Y el modo de producción capitalista es el gran estimulador de esta equivocada forma de entendernos y de vivir en el mundo.
Y en el caso paraguayo, el genocidio de 1870 generó una reconstrucción social-productiva con raíz liberal en lo económico y conservadora en lo cultural. Esta nefasta mezcla se fue organizando a partir del dolor y la tristeza que la Triple Infamia generó con muerte, colonización y ultraje, vistiendo de complejo de inferioridad a nuestra identidad e idiosincrasia, llegando al oscurísimo periodo gobernado por Stroessner/ EEUU, donde aquella se terminó de moldear.
En ese contexto histórico debemos ubicar a la dictadura mafiosa que gobierna nuestro país y es protagónica en el mundo. Ahí podemos entender cómo las patronales son, por regla general corruptas, y la política y los políticos, son la expresión de esa iniciativa privada. Y entonces saber que el FBI, la CIA y la DEA son estructuras protectoras de la corrupción de los millonarios, así como la casi nula investigación científica siga siendo norma, como lo muestra la vil terna propuesta para el CONACYT.
La corruptela política es hija de la iniciativa empresarial corrupta y corruptora. De modo que romper ese huevo corruptor es la gran tarea. Solo un orden de producción social colectiva donde no existan explotadores podrá eliminar la corrupción y las ganas insaciables de dinero.