“El hombre es tan necio que recorre el mundo entero para ver maravillas, sin saber que la mayor de las maravillas está dentro de sí mismo”. (San Agustín)
La mayoría de las personas se pasa la vida entera buscando afuera lo que en realidad está adentro. Buscan respuestas en el exterior, sin embargo, las únicas certeras y correctas son las que provienen de nuestro interior. Es como perder las llaves de tu casa estando dentro de ella, pero salir a buscarlas afuera porque pensás que ahí hay más luz.
Probablemente uno de los mayores engaños de la humanidad sea el hecho de que nos hayan hecho creer que las soluciones a nuestros problemas están en cualquier otro lugar del mundo o en cualquier otra persona, menos en nosotros. Nos han hecho creer que somos como una manada de ovejas, o simplemente, seres que están aquí para nacer, crecer, trabajar para pagar cuentas y morir. ¿Por qué lo catalogo como engaño? Porque hay mucha gente que lo sabe y creo que no tienen la menor intención de que todos lo sepamos. Es más, creo que hay gente que sabe cómo hacer para estimular al cerebro de tal forma que se active mucho más del 10% que usualmente está activo. O acaso todo el mundo sabe que sólo usamos el 10% de nuestro cerebro? ¿Y si lo sabe, sabe cómo mejorar eso?
Personalmente, no creo que haya gente “superdotada”, lo más probable es que hayan logrado de alguna manera –consciente o inconscientemente- activar más partes de su cerebro. Y estoy segura, segurísima, que cuando cualquiera de nosotros logra eso, puede ir logrando más y más cosas. Cumplir sueños, llegar a sus objetivos, realizar lo que se propone. Mínimamente, proponerse vivir a un punto un poco más elevado que el de un robot. O un esclavo. Da lo mismo.
Ahora bien, como todo tiene solución, les cuento lo que a mí me ha servido hasta ahora (obviamente hay más). En primer lugar, dedicarle un tiempo y un espacio especiales y exclusivos para “la ocasión”, todos los días, en un horario específico, con disciplina y pasión. Puede ser a través de la música, o del arte, de la oración, de la meditación, de la lectura, del cuidado de un jardín, o asistir a un lugar que consideres sagrado… la actividad que más te llene el alma. En segundo lugar, durante el día, hacer lo posible en recordar, en estar conscientes de lo que percibiste o descubriste en ese espacio. Ser conscientes de que somos más que este cuerpo maravilloso que nos contiene. En tercer lugar, cuidar lo que dejamos que entre tanto en el cuerpo como en la mente -ambos deberíamos considerarlos lugares sagrados- ya que sin darnos cuenta podríamos estar consumiendo venenos (literalmente). Y, en tercer lugar, cuidar lo que sale de nuestra boca, las palabras tienen más poder de lo que creemos y revelan lo de verdad sentimos y somos.