Duele la condición de paraguayo en varios campos, especialmente cuando tenemos todas las posibilidades de organizar nuestra estructura como sociedad pero, perdemos mucho tiempo; todos los días algún escándalo de corrupción es una mayor noticia que aquella que cuente de qué manera estamos avanzando como sociedad, como país.
Vemos la situación en la que se encuentran en carpas los parientes de los internados en la Previsional, que recauda US$ 2 millones por día, pero sin embargo no puede dar un servicio de atención sanitaria de lo más mínimo y con dignidad.
Si vemos también la situación en la que se encuentran nuestros jóvenes y niños en el sistema escolar, sin haber aprendido absolutamente nada, y con unos maestros que se destacan por hacer huelgas largas, o cuando observamos el estado en que se encuentran nuestros hospitales, nuestros centros cívicos vemos que realmente la razón del desahogo de muchos que dicen “esto no tiene solución y me voy a ir del Paraguay porque no creo que pueda ver en siglos una cuestión que cambie”.
Debe ser un mandato para que nosotros como ciudadanos tengamos que impulsar el liderazgo político, que tengan sintonía con estos reclamos, y en consecuencia actúen en favor de la gente.
Tenemos realmente muchas razones para decepcionarnos de nosotros mismos, y del país que nos toca habitar.