¿Recuerdan al Conde rumano Drácula? El personaje principal de la novela de terror gótico de Bram Stoker de 1897, Drácula . Se le considera el vampiro prototípico y arquetípico en obras de ficción posteriores. Si hablamos de obras posteriores, está una nueva película del director chileno Pablo Larraín llamada “El Conde” que ya está en Netflix está desde el pasado viernes para ser vista y trata de Augusto Pinochet un vampiro dispuesto a morir, pero los buitres que lo rodean no lo dejarán ir sin un último mordisco.
Además metafóricamente Larraín, hijo de un pinochetista, ex ministro de Piñera y familia rica es quien se burla del ex dictador chileno, enseña los lados desconocidos del tirano Pinochet en una ficción de humor negro por quizá el excesivo uso de la sangre y alimentarse con organos humanos para seguir vivo, joven y sano y la existencia de su familia más interesada por lo que dejaría de herencia despues de morir.
El cine tiene la posibilidad de jugar en su ficción. el de hacer real un dictador como Drácula, algo extraño más a su vez un juego metafórico curioso y atractivo porque nos hacemos la idea de que todo dictador en la historia humana es algo parecido a un monstruo por los abusos cometidos en sus gobiernos.
Para entender la historia
“El Conde” es una invitación para aprender a través de la ficción cinematográfica una de las épocas más nefastas que tuvo Chile en su historia política de 1973 a 1990, cuando Augusto Pinochet Ugarte asumió el papel de administrar Chile luego de haber derrocado de forma violenta a Salvador Allende del poder para que el conde gobierne con mano totalitaria el país andino.
Boric, el actual presidente, con sus 37 años es el primer mandatario de su país a diferencia de Pinochet que ocupa el sillón presidencial en La Moneda a los 55 años y empezó una tarea revisionista sobre la reciente historia. Larraín que por su trabajo ya se llevó varios reconocimientos cómo el Premio a mejor guión en el último Festival de cine de Venecia, una película que es un divertido ajuste de cuentas con un Pinochet vampiro y corrupto.
Fue estrenada en cines el 7 de septiembre y hace poco ya puede ser vista por Netflix para el público que prefiere dejar la gran sala por su habitación, sala de estar o donde tenga su pantalla instalada para consumir audiovisuales.
Larraín vuelve la vista hacia la historia de su país, como ya hizo con Neruda (2016), después de haberles dedicado películas a personajes de la cultura anglosajona como Jackie Kennedy en Jackie (2017) y Lady Di en Spencer (2021).
El consejo que sugiero para el interesado en ver esta película es prepararse para ver fuertes escenas de los hábitos del conocido personaje del vampiro Drácula cómo las habituales mordidas en el cuello de sus víctimas o los reiterados licuados del corazón de sus víctimas.
Retrato obscuro
La tragedia dictatorial se cuenta en clave de comedia, de farsa, de fantasía nocturna que juega con la sangre, la risa y la historia. Una excusa para entretenerse durante una hora y cincuenta minutos. La historia, con mayúsculas, no solo de Chile, sino del poder, de sus herramientas para perpetuarse, para corromperse, para chuparle la sangre al pueblo y sacarle la vida para convertirlo en vampiros cómo el atacante que así pretende controlar de alguna forma al ciudadano que repetiría la práctica del conde en sus entornos sociales para que puedan seguir con vida ellos más los atacados pierden cómo su libertad bajo cualquier régimen dictatorial, vale la pena tomarse un tiempo previo para leer y observar documentales y películas acerca de lo que fue este triste tiempo chileno para entender el trabajo de Larraín.
Es abundantemente sangriento y afortunadamente filmado en blanco y negro (por el veterano director de fotografía Ed Lachman), “El Conde” cuenta una historia embrujada y rica en hemoglobina sobre el origen del brutal dictador Augusto Pinochet, quien encabezó el golpe militar de 1973 que derrocó al presidente. el gobierno socialista de Salvador Allende.
Es una opción para tener en cuenta para seguir aprendiendo de otras dictaduras latinas desde la perspectiva cinematográfica que retrata al dictador Pinochet cómo vampiro ya en libertad lejos de lo que fue su control y restricción y censura de lo que no gustaba.