Estados Unidos ha enviado un nuevo mensaje a la justicia paraguaya: Lo que ustedes no pueden hacer con Ulises Quintana, al menos lo vamos a hacer nosotros de manera simbólica. Le vamos a impedir el ingreso a los Estados Unidos diciendo que está metido en delitos transnacionales, en lavado de dinero y en otras cosas mucho más gravosas que los paraguayos no quieren observar ni quieren sancionar.
Quintana estuvo detenido un cierto tiempo y luego recuperó su libertad y volvió a su curul en la Cámara de Diputados, en una cuestión ya escandalosa de por sí.
Posteriormente, la jueza estableció restricciones de movimiento en la capital paraguaya y después dijo que podía hacer campaña política para Intendente de Ciudad del Este.
Yo me pregunto: alguien que se encuentra procesado y con todas esas restricciones, ¿Cómo pudo haber seguido siendo diputado de la Nación? y por el otro lado, ¿candidato a intendente municipal de Ciudad del Este?.
¿Qué pasaría si la jueza o el juez determinara que el mismo tuviera que guardar una condena de 10 o 15 años una vez que se les haya comprobado los delitos? ¿Qué ocurre con la decisión de quienes lo eligieron para un cargo administrativo? Quedaron decepcionados, descontentos.
Eso ocurre cuando se permiten este tipo de cosas. La justicia paraguaya tendría que haber dicho que este señor, en todo caso, esperara una condena en tiempo y en modo, pero jamás volviera a ser ni diputado ni candidato a intendente de Ciudad del Este.
Eso es lo que realmente dijo el secretario de Estado norteamericano cuando en un twitter muy leído y difundido a nivel mundial sanciona al congresista Ulises Quintana y a su compañera sentimental, de no poder ingresar más a territorio norteamericano, siguiendo la misma línea que ya tuvo en forma de sanción Óscar González Daher y el ex fiscal Díaz Verón.
Nos tienen que moderar de nuevo desde afuera, porque desde adentro la justicia no se anima a castigar a nuestros corruptos.