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Djokovic, las cosas en orden

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Justo un año después de que fuera deportado de Australia tras estar recluido durante días en un hotel de mala muerte de Melburne y de mantener un pulso con las autoridades del país oceánico por su reiterada negativa a vacunarse contra la covid, Novak Djokovic ha arrinconado definitivamente de aquella pesadilla para regresar de buena manera al primer Grand Slam del curso y poner las cosas en orden.

Por: Santiago Aparicio 

El serbio de 35 años ha recuperado la normalidad casi al mismo tiempo que la sociedad ha llevado a su rutina el efecto y las secuelas de la pandemia. Levantadas las restricciones, Djokovic ha recobrado el pulso de la competición y el ritmo de su tenis. El nuevo número uno del mundo transitó a duras penas por la temporada pasada, sin posibilidad de saltar a las pistas en los primeros meses y sin remediar un paulatino hundimiento en el ránking.

Durante el primer trimestre solo pudo participar en Dubai y no llegó más allá de cuartos tras ser vetado en la gira oceánica y en la estadounidense. Acusó la inactividad en la temporada de tierra: primera ronda en el Masters 1000 de Montecarlo, final en su torneo, en Belgrado, batido por Andrey Rublev y también en el Masters 1000 de Madrid, superado por el español Carlos Alcaraz. Aunque en Roma consiguió su primer título del año 2022 se quedó en puertas de las semifinales en Roland Garros, arrollado por Rafael Nadal.

Fue en el segundo semestre del pasado curso cuando la maquinaria Djokovic empezó a carburar, a recuperar la naturalidad de siempre. Cuantas más minutos en pista y mayor número de horas en competición, mejor para Nole que uno tras otro empezó a acumular méritos, a agrandar su historial: triunfo en Wimbledon, en Tel Aviv, en Astana y en las finales ATP. Un bagaje aceptable en un curso atípico con presencia en solo dos de los cuatro grandes de una temporada en la que ya dio síntomas de recuperación. De que lo mejor estaba por venir.

Ha tardado poco Djokovic en poner las cosas en orden. En alcanzar el registro de Grand Slam de Rafael Nadal y el número uno del mundo que estaba en manos del joven Alcaraz. Y todo el tiempo por delante.

Sin Roger Federer en circulación y con Nadal lastrado cada vez más por los condicionantes físicos y en plena cuenta atrás, el presente se abre de par en par para el jugador de Belgrado. En Australia ha dejado patente que nadie, por ahora, puede hacerle sombra. Uno tras otro superó, sin contratiempos, sin agobios, al español Roberto Carballés, al francés Enzo Coucaud, al búlgaro Grigor Dimitrov, al australiano Alex de Miñaur, al ruso Andrey Rublev, al estadounidense Tommy Paul y, finalmente, al griego Stefanos Tsitsipas.

Nadie ha podido hacer sombra a Nole en su incursión en el 2023. Los llamados a heredar la autoridad del conocido por el ‘big three’ nunca han terminado de explotar. El ruso Daniil Medvedev dio la sensación, en un momento dado, de ser la alternativa más fiable. De ser el abanderado, el más fiable de la camada integrada por otros prometedores de las pistas como el alemán Alexander Zverev, el griego Stefanos Tsitsipas, el italiano Matteo Berrettini, el austríaco Dominik Thiem o el noruego Casper Ruud, que año tras año amenazan con alcanzar la gloria pero que no terminan de ejecutar la autoridad que se les presume.

De hecho, Medvedev no pasó de la tercera ronda en Australia, Zverev y Rudd cayeron en segunda y Thiem y Berrettini en la primera. Uno tras otro tropiezan sin solución. Y el cuadro se despeja para el serbio, que torneo tras torneo progresa con paso firme. Solo Tsitsipas, que llegó a la final, que tuvo ante sí la opción de lograr su primer grande, dio el tono esperado. Pero su ímpetu y su tenis no alcanzaron el nivel suficiente para cuestionar el absolutismo que implanta el número uno del mundo. Del peso de su trayectoria, del valor de su experiencia.

Además, esta generación en su día llamada a cuestionar el eterno reinado de Djokovic, Nadal y Federer, capaz de ganar alguna vez a alguno de los tres, de ocasionalmente triunfar en un gran evento, de reclamar atención, está amenazada por el paso del tiempo y por la irrupción de una prole nueva que se ha adentrado de lleno en la competición y que ha adquirido un gran protagonismo. El español Carlos Alcaraz, el más joven en llegar a la cima del circuito, el danés Holger Rune, el canadiense Felix Auger Aliassime, el italiano Jannik Sinner o el estadounidense Sebastian Korda son alguno de los tipos destinados a marcar el futuro.

Con permiso de Djokovic, al que aún nadie le hace sombra. Ni de esta ni de la anterior. Ni de las venideras. Un año más joven que Nadal y mejor tratado por las lesiones, el serbio comanda con el español el número de grandes títulos logrados en la historia, veintidós. El devenir del balear es una incógnita. Ocupado en sanar la lesión en la cadera que sufrió en segunda ronda no volverá hasta marzo, puede que hasta la temporada de tierra. Nole está en su esplendor, sin dar opción a los jóvenes.

La puesta en escena de Alcaraz, ausente en Australia, y de la progresión de los demás que amenazan, marcaran el trayecto del curso donde aún permanece Nadal, con Roland Garros entre ceja y ceja, y sobresale Djokovic, triunfal en el primer Grand Slam y con Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos como retos. La historia de par en par. EFE

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.