Existen carreras, profesiones y responsabilidades que tienen mayor reconocimiento económico a medida que más se relaciona con el cuidado o preservación de lo más valioso para todos que es la vida.
Entre esas profesiones se encuentra la medicina, un área que ahora mismo en Paraguay y el mundo tiene su agenda intensa y aturdida por lo que significa el atender a un importante número de contagiados por covid que se vieron aturdidos por la falta de insumos, espacios o personal capacitado para que su salud sea bien atendida.
Sabemos que el cuerpo humano tiene su costo por fuera y por dentro, cómo un vehículo, por lo que pagamos su mantenimiento para que luzca y funcione bien, de acuerdo a nuestro modelo y marca del medio se van desarrollando tecnologías para hacer del viaje del usuario un feliz recorrido sin complicaciones. Eso mismo está sucediendo con el desarrollo de tecnologías para nuestra salud. Una palabra y campo que está ligada a investigaciones, recursos técnicos que no son gratuitos sino necesitan de dinero para hacer útil su existencia.
Honrar las deudas
Esta es la fecha en la que según una publicación sabemos que el Estado paraguayo debe pagar la suma de 11 millones de dólares a sanatorios privados por las atenciones que no fueron atendidas en el sector público. La Asociación Paraguaya de Sanatorios y Hospitales Privados al estado demandan el pago que por ley se estableció y ahora no se cumple. El dinero existe en teoría pero no se honra la deuda.
El médico, ingeniero, profesor, abogado, artista y toda aquella persona que se ha preparado para realizar un fin en particular debe tener el reconocimiento que su responsabilidad y trabajo justifiquen.
Solo se espera que el fruto del trabajo responda bien al contrato que existe entre el acreedor y deudor.
Lo que debe mover y despertar el dinero más que recursos y gente por un objetivo es la conciencia humana para que hagamos un buen uso de nuestros recursos para nosotros haciendo que el verbo usar esté acompañado de adjetivos más valiosos que el vil metal vaya de la mano con la honestidad y la ética.
Lo que rescatamos en la pandemia es una evaluación adecuada de los medicamentos y las vacunas. Estas pruebas ahora son realizadas en gran medida, en nombre de la industria farmacéutica.
Es hora de aprender toda la experiencia acumulada en cuestiones sanitarias y no dejar que la falta de cumplimiento de los contratos empañe la tarea en común del sector privado y público del país.