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Crisis industrial sin precedentes en España

Duele la situación de España. Si las fuentes de información son exclusivamente Televisión Española (TVE), El País y las agencias de noticias financiadas por el Gobierno, es imposible saber la gravedad de lo que está ocurriendo en muchos ámbitos, como es el caso de la industria española. Pero los hechos son irrefutables: los precios de la energía y la incertidumbre regulatoria han forzado a muchas empresas a cerrar y a otras, como las emblemáticas y poderosas Pamesa y Saica, a parar parte de su producción. El precio del gas natural ha crecido un 304% entre agosto 2020 y agosto 2021, y un 53% en el 2022. El precio del petróleo, el cobre y el resto de las materias primera siguen una evolución similar en cuanto a una significativa alza de sus precios. Sin embargo, es el tipo de cambio euro-dólar lo que más está impactando en la economía de los ciudadanos españoles, ya que los europeos están pagando un 20% más por sus importaciones. ¿Qué economista o político o periodista, que no esté vendido al relato oficial, puede decir que esto se debe a la Guerra en Ucrania o a la pandemia?

La verdad se acaba siempre imponiendo, a pesar de las falacias divulgadas por cuentistas y troleros tramposos. Aunque el ser humano se empeñe por negar la realidad, los hechos son irrefutables: el socialismo, allá donde reina, incluso camuflado bajo formas de buenismo, genera pobreza y miseria, sobre todo moral, porque viven de la mentira para disfrazar los hechos y mantenerse en el poder el mayor tiempo posible. La crisis actual se llama inflación y su causa es principalmente política, al haber regado el mercado de liquidez para sostener modelos sociales de Occidente totalmente inviables. Los gobiernos que han generado déficits públicos -y privados también, aunque en menor medida- imposibles de pagar, los líderes políticos occidentales que ante esta situación no han querido tomar medidas impopulares, sino que, por el contrario, han agrandado el problema inyectando más liquidez a países con gobiernos irresponsables que aumentaban más el gasto, son los responsables de esta crisis. Si la ciudadanía no estuviera somnolienta -adormecida por un ficticio bienestar o por una atrevida ignorancia o por una narcisista soberbia que impide al ser humano aceptar el estar en el error y abrazar la verdad- ya se habría rebelado como hicieron nuestros antepasados ante los sistemas donde unos pocos deciden vivir como reyes gracias al miedo y al engaño generado en la mayoría.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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