COMENTARIO 3X3
En estos tiempos en que se caen los puentes y las carreteras realmente se muestra la fragilidad de su construcción y volvemos a hablar de lo mismo: en el Paraguay el que ejecuta una obra es el mismo que el que la diseña.
En otros países son dos mecanismos completamente distintos que corren paralelos, pero que no se juntan. El que diseña el proyecto es una persona y el que ejecuta es otra, de forma tal a que haya la posibilidad de que se controlen mutuamente, que el diseñador tenga responsabilidades en lo que hizo y el que ejecutó también la suya.
En el Paraguay el que hace un puente es el mismo que el que lo diseña y, consiguientemente, lo hace abaratando costos y favoreciendo a sus intereses particulares.
El Ministerio de Obras Públicas dice que el problema está en que eso agiliza el proceso licitatorio y hace que las cosas se hagan de manera correcta en tiempo y en forma.
En realidad puede acelerar el proceso, pero no significa que se hagan las cosas de manera correcta, o sino, miren el estado en que se encuentran muchos de los puentes después de las últimas lluvias que tuvimos.
Todavía tenemos casos singulares, como la construcción del puente más ambicioso sobre el río Paraguay que va a unir a Asunción con Chacoi. Ahí ya se empezó el trabajo de construcción, pero todavía no concluyó el de diseño porque se ha tenido que cambiar tres veces.
Cuando termine de hacerse mal, el constructor culpará al diseñador, éste último al constructor y los dos al ministerio. Los grandes perjudicados somos cada uno de nosotros y nuestro bolsillo, que finalmente es el que paga por este tipo de construcciones.
No aprendimos nada de los romanos que todavía exhiben con orgullo el trabajo de sus puentes construidos hace miles de años, en esa Europa conquistada por los grupos de Julio César y de otros emperadores romanos. Esos eran puentes diseñados y construidos para durar, los nuestros para lucrar.
