El gracejo popular solía decir que dos paraguayos son una conspiración, tres un motín y cuatro una revolución. Esta ocurrencia se transformó en una consigna durante el estronismo para cortar de raíz cualquier intento de oposición seria contra el régimen.
A nivel rural, entre los años ’60 y los ’80 los comités de campesinos, las ligas agrarias y cualquier forma de organización colectiva entraba de inmediato en la zona gris de la sospecha y ponía de inmediato todos los mecanismos de la represión, con episodios de enorme salvajismo como las razzias realizadas en la tristemente célebre Pascua dolorosa de abril de 1976.
Quizá por eso se haya tardado tanto en recuperar el valor práctico de entidades como los comités locales de pequeños productores, una forma básica de organización que está empezando a diseminarse entre propietarios o tenedores de pequeñas fincas rurales de menos de 20 hectáreas. Este entramado de parcelas es emergente de la reforma agraria emprendida en los años ’40 y atravesó todo el resto del siglo XX y parte del XXI sin proporcionar respuestas definitivas a miles de campesinos que se vieron frente a una tierra de la que apenas podían arrancar lo imprescindible para no morirse de hambre. Mientras el censo agropecuario concluye el levantamiento de información y actualiza su base de datos congelada en 2008, en muchos enclaves agrícolas se han empezado a articular iniciativas conjuntas que combinan organización, capacitación técnica, material genético de alta biotecnología, siembra directa, abonos verdes, rotación de cultivos y nuevas prácticas agronómicas que multiplican rindes en una agricultura de conservación acorde con las normas y tendencias ambientales vigentes.
En esta acción conjunta combinan sus recursos gremios como la Coordinadora Agrícola del Paraguay y la Unión de Gremios de la Producción que, aliados al Ministerio de Agricultura y Ganadería y a obtentores de semillas como Bayer e Inbio, impulsan programas que involucran a pequeños campesinos organizados y a comunidades originarias en la producción de leche, siembra de soja, maíz industrializable y avatiky (choclo) generando una dinámica de actividades productivas todo el año. El espectro del abandono y la pobreza empieza a retroceder. Y los comités locales tienen mucho que ver con este nuevo campo emergente.
