Finalmente o felizmente se fue marzo, ese mes de 58 días que impacta en nuestra memoria. Este no fue un marzo violento como otros que marcan nuestra historia, como ese 23 de marzo de 1 999, cuando en horas de la mañana, el vicepresidente Luis María Argaña fue asesinado por sicarios que interceptaron su vehículo en la calle Molas López casi Venezuela, donde también muere uno de sus guardaespaldas.
Ese fatal momento llevó a una movilización espontánea por parte de la ciudadanía que rechazaba la violencia, eso, más marchas campesinas, estudiantiles, y el gobierno de Cubas Grau que apostaba francotiradores en los techos de los edificios céntricos, terminaron con el desenlace fatal de siete jóvenes asesinados.
Otro marzo fatídico fue el del 2 017, cuando el ex presidente Cartes quiso llevar una enmienda constitucional para volver a candidatarse. El senado lo aprobó, parte de la ciudadanía no y así, manifestantes, quemaron un sector del Congreso. Pero el detonante fue cuando la policía entró a la sede del PLRA y asesinaron a balazos a Rodrigo Quintana, un joven de 25 años, cual muerte quedó registrada por las cámaras del Partido. Eso determinó el final de los deseos de Cartes de la reelección.
Este marzo del 2022 fue más apocalíptico, pero también con cierres de rutas y protestas por la suba desmedida del combustible.
Marzo trajo una inundación poco antes vista, con la muerte de tres personas y cierra con broche de oro con un sismo que se sintió en varias ciudades, pero no se preocupen que los destrozos de las mismas son producto de la ineficiencia de años de Gobiernos. Aquí vuelve mi lado poético, quizás esta vez Dios está hablando, quizás le dice, desde el Antiguo Testamento, al presidente Abdo que su furia se aproxima por tanto usar su nombre en vano y pecar con la Biblia bajo el brazo.