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Casi casi, Estado Fallido

Durante varias semanas me negué a aceptar la posibilidad de salir del país para buscar una vacuna. Muchos se enojaron conmigo y hasta se burlaban de mi posición en no aceptar que Paraguay podría ser un estado fallido y no era capaz de conseguir las vacunas para salvar a su población. El argumento de mis críticos puede sostenerse en que estamos por cumplir el año y medio del inicio de la pandemia y a esta altura, otros países ya regalan vacunas, pero nosotros estamos por iniciar la vacunación masiva con donaciones y posiblemente estafados por el mecanismo COVAX, luego de dejar morir a casi 15.000 mil personas.

El concepto de estado fallido en un sentido amplio, se usa para describir un Estado que se ha hecho ineficaz, teniendo sólo un control nominal sobre su territorio y como ejemplo el estado termina en calle última. En el sentido de tener grupos armados, en nuestro caso el EPP, ACA (e incluso desarmados) desafiando directamente la autoridad del Estado, no poder hacer cumplir sus leyes debido a las altas tasas de criminalidad, a la corrupción extrema, a un extenso mercado informal, a una burocracia impenetrable, a la ineficacia judicial y a la interferencia militar en la política. En el descriptivo, solo nos faltaría lo último para completar el círculo. La gran parte de los indicadores ya cumplimos con firmeza.

Lo interesante de investigar sobre el tema es que uno se encuentra con centros de pensamientos que miden los indicadores país por país, este es el ejemplo del centro de estudio estadounidense Fund for Peace (Fondo por la Paz) que emite anualmente el Índice de Estados Fallidos (Failed States Index), Clasifica a los países basándose en doce factores, que publica la revista Foreign Policy.

En el mapa de los “Estados fallidos” del 2018, Paraguay se encontraba en la zona amarilla de “ADVERTENCIA”. Post pandemia seria interesante volver a medir estos indicadores y ver si ya no cambiamos de color a morado “ALERTA” ya que muchísimo debemos de auditar para luego remangarnos y empezar a construir en serio los cimientos de la institucionalidad que nos lleve a un país, como decimos en “paraguayo”, ¡que de gusto vivir!

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