En Paraguay suman al menos 16.000 las consultas anuales en el Servicio de Mastología del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) y en promedio se van sumando unas 300 nuevas consultas al año, que permite la detección temprana y el tratamiento.
Rossana Bogarín es uno de los rostros de esperanza y su testimonio se suma a la lucha de cientos de mujeres que son diagnosticadas con esta enfermedad. El cáncer tocó su puerta en el 2012, marcado por una travesía para lograr acceder a sus estudios que finalmente confirmaron que padecía esta enfermedad.
“No se como expresar lo que sentí en ese momento. El escuchar la palabra cáncer ya te enloquece”. Su diagnóstico inicial no fue alentador, se trataba de un carcinoma que ataca con agresividad.
“En ese momento mi doctor fue bastante diplomático, me dijo: tenemos una buena noticia y una mala. Mi esperanza era que no fuera maligno y que solo se trate de una cirugía rápida y termine todo, pero fue lo contrario”.
Ante este escenario, el vínculo con su médico fue fundamental. “Estamos a tiempo y hoy en día tenemos los mejores medicamentos para combatir esta enfermedad, me puntualizó en aquella consulta médica, fue bastante fuerte escuchar esa noticia y me derrumbé”, recordó Rossana.
SOSTÉN FAMILIAR
Cuando su familia se enteró de lo que estaba atravesando, le brindaron todo el apoyo para que ella logré iniciar el tratamiento sin temores. “Lo primero que pensé es ¿por qué a mí?. Era joven, no tenía ninguna enfermedad, no era habitué de comidas chatarras, no bebo, ni fumo, nada que podría arrastrarme a tener ese diagnóstico”.
Rossana siguió el procedimiento normal para iniciar su lucha: primero la quimioterapia y luego la cirugía.
“Cuando uno empieza la quimio pasa por muchas cosas, salís de tu burbuja. Uno normalmente vive cómodo, va al trabajo en su vehículo, tiene una vida muy acomodada y no ve el sufrimiento de los demás”, señaló.
Cuando Rosana empezó con la quimio escuchó que había mucho sufrimiento por parte de las personas que realizaban el mismo tratamiento. “Había niños que se encontraban al lado de mi sala, me tocaba escuchar cómo gritaban y decían no otra vez. Ese era mi peor miedo”.
Su travesía era cada 21 días. Le tocaba observar cómo le colocaban la vía por el cuerpo. “Los niños lloraban, los veía sufrir, fue en ese instante cuando me dije que no podría soportar que alguien de mi familia y, peor si son sobrinos míos, tengan que atravesar por esto”.
PREPARACIÓN MENTAL
Según Bogarín, el proceso de esta enfermedad conlleva mucha voluntad, tanto en la transformación espiritual como física. “Te puedo decir que depende de cada persona, si recibe la bendición que Dios está dando, porque para mí no fue un castigo, escuché versiones de mis compañeras de quimio, uno se va interiorizando, va madurando. Toma conciencia que hay un mundo exterior donde hay mucha gente que pasa necesidades, que necesita apoyo espiritual, que necesita fuerzas para seguir, para afrontar enfermedades, que no solo el cáncer es una enfermedad incurable”.
Bogarín puso en realce la importancia de un chequeo constante, no obstante, también expuso la falta de accesibilidad a los estudios de diagnóstico en hospitales públicos.
Ella es docente y trató de acceder a su seguro previsional para continuar con los estudios, al cual le dieron un no rotundo como respuesta para realizarse la mamografía.
“En ese entonces no tenía aún 40 años y por la falta de antecedentes de la familia, pasé por muchos trámites. Mi esposo me dijo que algo no estaba bien, porque estaba creciendo lo que me salió y fue cuando tuvimos que acudir a otra instancias, utilizar los famosos contactos para hacerme una biopsia”.
“Necesitamos un Estado más accesible a ese tipo de estudios, que no dependa de la edad, porque ese fue mi primer problema. Me hice todos los estudios menos la mamografía, y la ecografía me la hice en un sanatorio privado, me salió que había un tipo de protuberancia, pero sin un estudio más avanzado no podíamos saber lo que era en verdad”, comentó.
RECUPERACIÓN
Volver a la vida normal no es tan fácil como parece y más aún si sufriste algún cambio en tu aspecto físico. “Me hicieron la mastectomía total del lado derecho, fue lo más difícil, verme incompleta y tener semejante cicatriz. Pero cuando pasa el tiempo y sabes que ya no estás enferma, que ya no te vas a hacer este tratamiento, es cuando te das cuenta que se puede, pero no es fácil. Fue bastante doloroso y triste, pero se pudo superar gracias a Dios”.
El cáncer de mama se puede originar por una anomalía genética. Un 5-10% de los casos son heredados de la madre o el padre, mientras que el 85-90% tienen su origen vinculados al proceso de envejecimiento de la vida.