Según la tradición y cosmovisión oriental, dentro de lo bueno existe algo negativo y dentro de lo negativo existe algo positivo, y es ese equilibrio el que armoniza el universo. Llevado esto al terreno de la imagen pública podemos utilizar la simbología para una campaña positiva y una campaña negativa, donde la principal característica de ambas es el tiempo previo.
La construcción del relato en una campaña es cuestión de tiempo y precisión, en el que se deben conjugar historias noticiables y una presencia explícita en redes sociales. Y a pocos meses de las internas es de manual como ya se empiezan a visibilizar los relatos.
La campaña lado b (negativa, si la queremos llamar así) es cuando se planta una duda, o se sobre expone una realidad que no beneficia la imagen del adversario; sobre esta misma imagen se empiezan a trazar líneas que logren llegar a las emociones de los electores, capitalizando su ira. Pero para que esto funcione, el tema debe ser transversal, y se tiene que demostrar que de alguna manera nos afecta en nuestra vida cotidiana llegando al clímax de una visión comunitaria, y es esta comunidad la que nos traduce una victoria en el TREP.
No sirven tópicos que sean intangibles o muy técnicos, tópicos institucionalistas o morales. Deben ser temas que nos traigan una imagen y que la misma se traduzca en una emoción, y que la emoción negativa se asocie a la imagen del adversario. Algo que logre indignar hasta la médula. Pero nada de esto servirá si no existe un estudio previo sobre la población que participa de estas elecciones. Por ejemplo, la población amante de los animales, que pelea por sus derechos y que se moviliza entorno a esto en Asunción solo logro meter una opción de dos, que claramente tenían esta bandera. Quiere decir que, en la lista de prioridades, más allá de que podamos tener un 90% de asuncenos que tengan mascotas y amen a los animales, menos de 5000 entendieron esto como su principal prioridad al momento de elegir un/una concejal.
Esto también me lleva a la conclusión, de que a diferencia de lo que sucedió en otras latitudes con el empoderamiento del White Trash Conspirativo, el propio sistema de votación nacional no le va a dar los mismos resultados a los políticos que hoy se embanderen con el justificativo de la “Libertad” ante las políticas públicas impulsadas para hacerle frente a la pandemia. Para ser más exactos, el Diputado Jorge Brítez no podrá volver a ocupar una banca si no se despega de la campaña de los grupos antivacunas, este sector que hace mucho ruido en redes y que aglutina a algunos simpatizantes capaces de acompañar una pequeña manifestación, están lejos de tener los números necesarios para que el 2023 lo encuentre a Brítez con el calzoncillo en la cabeza participando de la sesión en la cámara. No se va a capitalizar la ira contra quienes “nos dejan sin libertad”, se va a imponer la ira contra quienes robaron durante la pandemia y dejaron que los familiares no salgan de la UTI con vida, se va a imponer la ira contra quienes no dieron soluciones a los problemas económicos y sociales.