El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sorprendió al mundo el lunes pasado llamando «estúpido hijo de perra» a Peter Doccy, un periodista de la cadena conservadora Fox News, porque éste le preguntó si creía que la inflación en Estados Unidos podía jugarle en contra en las elecciones legislativas que se celebrarán en el próximo mes de noviembre. Curiosamente, Dooccy hizo esta pregunta después de que el presidente de los Estados Unidos lamentara que todas las preguntas de la reunión estaban siendo sobre la crisis en Ucrania. «Es un gran recurso, más inflación», dijo Biden, posiblemente con intención sarcástica, antes de añadir una inesperada grosería: «Vaya un estúpido hijo de perra».
Queremos criticar aquí lo ocurrido, reprobar la actitud del presidente de los Estados Unidos, y lamentar que algunos medios hayan destacado de este suceso que “Biden no se corta un pelo” o “Biden habla claro”. No, estimados colegas, no es correcto “blanquear” ciertos comportamientos: por ética periodística, hay que aplicar los mismos adjetivos, la misma hermenéutica, que se utilizaba cuando era Trump quien lanzaba los exabruptos contra los periodistas que hacían preguntas incómodas. En efecto, el anterior inquilino de la Casa Blanca solía declarar “enemigos del pueblo” a todo periodista que le preguntaba algo que no le gustaba, incluso una vez también dijo el mismo insulto, que criticamos hoy aquí, para referirse al presentador de la NBC, Chuck Todd. Acomodar los adjetivos de manera radicalmente diferente, ante los mismos hechos y circunstancias, no es periodismo sino propaganda política, hecho del todo deplorable en un profesional de la información.
Por otra parte, este episodio tuvo un desenlace digno de ser mencionado y del que deberíamos aprender todos: el periodista ofendido por Biden reaccionó con buen humor y evitó caer en la actitud de víctima ni en reacciones sensacionalistas. En efecto, en lugar de rasgarse las vestiduras y hacerse el mártir, reaccionó con gracia, ingenio y chispa, haciendo un simpático comentario sobre su propia madre, consciente de que es humano equivocarse. Por su parte, el presidente Biden llamó al periodista casi una hora después de lo ocurrido y le pidió disculpas diciéndole al reportero Doocy: “No ha sido nada personal, amigo. Entiendo que usted debe hacer su trabajo. Hágalo”. Muchas cosas irían mejor en el mundo si hubiera más humor, comprensión y perdón.