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Avanza, por favor avanza

Limpiando carpetas y borrando archivos fue que volví a leer esta carta, la escribí en diciembre del 2011. El tiempo es implacable, los días pasan volando y yo me pregunto, ¿en qué momento pasaron los años?

Entre líneas reviví mi desesperación. Recordé ese verano como si hubiera sido ayer. Uno cargado de dolor, pero de inmensa esperanza. Así que, sin más preámbulos y en el día de tu cumpleaños, ésta va por vos Santiago. Porque la vida mi hermano, por muy jodida que esté, por muy difícil que se ponga, por muy compleja que resulte, por muy enredada que parezca, bien vale la pena ser vivida.

Hola hermano, Estoy sentada sola en el estudio de la radio, acabo de regresar del hospital. Apagué el volumen de todo lo que pudiera distraer mi mente. Estoy con la computadora en frente, viendo a la pantalla, rodeada de cuatro paredes que me hacen sentir un grano de arena en un mar profundo que nos está tocando navegar.

Ando medio aturdida la verdad. Desconcertada de lo que nos espera, lo que vendrá. Nos estamos turnando con mamá para poderte ver, pero ella no entiende de razones y que no puede estar sentada junto a vos las veinticuatro horas del día, ¿ya sabes como es de testaruda verdad?

Cuando he podido verte, me toca desinfectarme de pies a cabeza, limpiar cualquier rastro de bacteria que pudiera poner en riesgo a tu lastimado cuerpo. Me enfundo guantes, cubrebocas y bata antes de entrar a cuidados intensivos. Me dan sólo diez minutos, diez míseros minutos, de mil cuatrocientos cuarenta que tiene un día. Pero no planeo pelearme con los médicos y enfermeros, se ve que le caes bien y te cuidan como si fueras hijo suyo.

A veces te hablo, otras me quedo quieta observando todo, parada a tu lado. Balbuceo unas cuantas palabras tratando de encontrar tu rostro escondido detrás de moretones bicolores, cables enredados y un enorme tubo que introdujeron en tu garganta. Ese que te ayuda a respirar, y hace que tu tórax suba y baje al compás del ruido de las máquinas que tenés detrás.

No te voy a mentir Santiago, la mente traiciona y exagera a veces, me imagino el peor escenario, pero luego la esperanza florece. Esa que nació cuando apretaste mi mano o cuando derramaste una lágrima mientras mamá te susurraba canciones en ese sueño aletargado, sueño al que te indujeron semanas atrás. ¿Qué pasa por tu mente?, ¿me estás escuchando?, ¿estás ahí Santiago?.

Hoy tenemos más preguntas que respuestas, pero tu lugar en la mesa sigue ahí. A papá lo veo perdido, a Juanpa también. La casa está en silencio, la comida no sabe igual, pero hay algo que me dice que en algún momento leerás esta carta. Quien sabe si me anime a dártela o egoístamente la guarde como un secreto personal.

Ahora solo te quiero pedir una cosa y nada más. Avanza Santiago, te pido que avances. Te imploro que lo intentes. Nosotros acá estamos. Instalados en ese espacio sin tiempo pero siempre a tu lado. Avanza Santiago, que acá, en este plano te estamos esperando.

Jessica Fernández Bogado
Jessica Fernández Bogado
De un país pequeñito llamado Paraguay, viviendo en un país enorme llamado México. Hablo mucho y escribo más. TW & IG: @Jessiquilla

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