Primavera, verano, otoño e invierno, siempre de temporada. Así decían en otras épocas aquellas tiendas que, año a año, se caracterizaban por ofrecer buen servicio, calidad y precios razonables.
Pero el tiempo pasó y cada día, desde que ponemos el primer pie en la calle, sentimos que en cualquier estación del año, el malestar y el maltrato nos acompañarán, mañana, tarde y noche.
Pésimo servicio, la calidad deja mucho que desear y los impuestos que la ciudadanía paga, aumentan regularmente con el costo de vida.
Pasan intendentes, intendentas, otra vez intendentes, algunos más veteranos -necesitamos gente joven- y finalmente llegó el más joven de los intendentes, para ratificar el más viejo de los comportamientos.
Para llegar, primero pactó con sus pares, luego hizo una voltereta traicionera, recibió amenazas y apercibimientos de expulsión del centenario partido, para volver con una foto del Palacio de calle España bajo el brazo, ungido por el nuevo monarca todo terreno, que va camino a imitar a Carlos V, el imperio donde no se ponía el sol.
Al comienzo las disculpas se apoyaban en su carácter de interino por el abandono de Mario Ferreiro, y buena parte de su campaña se basó en la multiplicación de la esperanza. Luego que asuma, ya verán, porque “soy el único con experiencia”.
Lo triste es que venimos viendo y repitiendo disculpas y más disculpas para desembocar en su propia confesión, grotesca y patética: “Yo rompí mi cubierta sobre Boggiani” dijo a una radio local. Siguiendo el juego que más les gusta y que mejor saben hacer, es culparse entre distintos organismos de gobierno nacional o local, declinar sus responsabilidades en ESSAP para agregar: “Imagínate la impotencia y rabia la contenida (sic) que tenés porque recibir (sic) palos por culpa de otros”. Rodriguez afirmó existe una “mala intención” en detrimento de su administración y la causa sería “una cuestión política”.
Sr. Oscar Rodriguez, Intendente de Asunción, desde el momento que usted jura para asumir, todo será parte de una cuestión política. Ya no está en calle 7, ni exhibiendo sus dotes de bailarín sexy para una platea complaciente. Pasó a tener en sus manos la responsabilidad de administrar la ciudad más poblada del Paraguay y el rostro de la capital de un país, con cubierta sana o cubierta rota, ¿le queda claro? Es muy elemental lo que señalo, tan elemental como su cubierta y desafortunada queja contra Essap.
Tener que relacionarse oportunamente con Essap es una cuestión política, de gestión, y a juzgar por su impotencia, de saber rodearse de funcionarios competentes que sean capaces de articular dos cuestiones esenciales en cualquier ciudad del mundo: el agua potable y sus calles. Y junto con las calles, los residuos urbanos. Dos elementos eminentemente políticos y por los que, en otros lugares, la ciudadanía pide la renuncia de sus funcionarios. Sí, así de política con mayúsculas son estas responsabilidades inherentes a su cargo y no se puede patear la pelota a la tribuna. Salvo que usted entienda por “cuestión política”, los golpes, zancadillas, insultos, negligencias, falta de respuestas, reparaciones tardías, acusaciones y otro tipo de piropos que cruzan todas las semanas -que llegan al hartazgo de la gente-, para ver quién se posiciona mejor dentro de las huestes partidarias y tener chances para un buen lugar el 18 de diciembre.
La cuestión política, mal que le pese, es administrar una ciudad. Es desde los tiempos de Platón una cuestión política. Lamentablemente muy devaluada en su función esencial de resguardar a la polis, término que proviene del griego y que “organizados como ciudad disponía de un territorio reducido y eran gobernados con autonomía respecto de otras entidades”. No cabe duda que las ciudades modernas se han complejizado, pero no al punto de echar mano permanentemente al Ministerio Vecino o a la empresa tal o cual del Estado para desplazar responsabilidades. No olvide que cumplimos 200 años como República y que usted está en ese lugar por un mandato de todos y todas las asuncenas. Por momentos me parece ridículo repetir estas cuestiones elementales. Ocurre que han pasado hechos más graves que el de su cubierta, como las compras sobrevaluadas, el famoso detergente para hacerla corta, y si en esos casos se hubiera aplicado “la cuestión política interesada” a la que usted alude, muy posiblemente ya no estaría en el cargo o bien con un proceso judicial muy avanzado. Y eso no ocurrió, justamente por una cuestión de protección política de los órganos competentes encargados de investigar y aplicar las correcciones correspondientes, por lo general, más ocupados en proteger que en juzgar conductas cuando se trata de asuntos públicos.
La salud: otra cuestión política
Sobre el estado deplorable del pavimento, sus baches, cráteres y lagunas, su cubierta me ahorra el comentario. Volveré sobre el tema en otra nota. Pero vamos a otro elemento muy ligado al paisaje urbano: LA BASURA.
Por supuesto, también es una cuestión política. Pareciera que la quiere resolver como lo hace el guapo del barrio: a los golpes. O tal vez esté entre sus sueños de estadista de aldea, pasar a la historia como el intendente más mbarete del Paraguay.
Antes de entrar en el capítulo de amenazas a los morosos, permítanme recordar que la recolección de residuos no es solo un tema de camiones, vertederos y otras cuestiones logísticas. Es un tema de Salud Pública, por si aún no está enterado el Sr. Intendente. Dejo con usted en exclusividad, por la relevancia de su cargo una frase muy antigua y que los lectores la padecen día tras día: «La ignorancia es la semilla de todo mal» (Platón). ¿Su ilustrado jefe de gabinete, con formación en el exterior, y demás funcionarios no le advierten sobre estos riesgos?? Le debo contar algo que quizá usted sepa. Al lado de los desechos, residuos o basura, como prefiera, vive gente. Si, gente como usted y como yo. Gente que paga sus impuestos y que no tiene por qué soportar el hedor, moscas y enfermedades transmisibles porque el Ministerio o empresa determinada no paga. Estas son las complejidades de administrar una ciudad y la salud debe ser uno de los primeros bienes protegidos. Es impensable tamaña actitud en tiempos de pandemias y otras enfermedades infectocontagiosas que forman parte de la información diaria que, al parecer en la Municipalidad de Asunción, no tienen lugar en mesa de entrada.
Morosos: más cuestiones políticas
Usted no es el primero que se enfrenta con este antiguo problema. Todos sus antecesores, sin excepción han creado con el personal municipal, un seguro de desempleo y solamente por una cuestión política. El que llega pone a sus seguidores y despide a los incondicionales del anterior. Es así como en este juego perverso estamos cerca de los 10.000 funcionarios, para tener una ciudad que no funciona y que gran parte del presupuesto municipal se va en sueldos. El cobro de impuestos es una cuestión vital ciertamente. También cabe decir que la preocupación del intendente expresada profusamente en todos los medios para resolver el tema de la basura, es castigar a los morosos amenazados. Hasta la fecha, la primitiva reacción de nuestro burgomaestre no ha mostrado resultados felices.
Vamos a profundidad en este asunto. Como en toda ciudad, hay grandes, medianos y pequeños contribuyentes. El castigo apunta a los grandes. Es curioso que no se hayan dado pasos previos, luego de las habituales notificaciones jurídicas de rigor. ¿Qué es lo que sigue? La Transparencia en los asuntos públicos. Estos grandes contribuyentes no son solo organismos del Estado. No pierda más tiempo Rodriguez, Mora y compañía. Hay que publicar la lista de los 150 principales morosos y en página a todo color, si les queda algún vuelto en las arcas municipales. Que hay gente del partido. No me cabe duda, como también habrá gente de otros partidos y sectores políticos. Que hay parientes y amigos, seguramente y conocidos, muchos más. Públicamente se les emplaza y públicamente se solicita su amable contribución para el bienestar y salud de todos los asuncenos.
Si las cuestiones públicas hubieran sido desde el retorno del Estado de Derecho hace 30 años, cada vez más diáfanas, transparentes y cristalinas, hace tiempo que las nuevas generaciones, incluida la del joven intendente, hubieran imitado otras prácticas y procedimientos. Y así lo hubieran entendido y aprendido porque es una cuestión política.
Sepan disculpar amables lectores por volver al año 427 a.C y nuevamente de la mano de Platón, que sobre estos temas algo sabía y parece que lo escribió ayer: Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre.