Hay una polarización ideológica sobre la convulsión social desatada en Cuba. Tanto la izquierda como la derecha sacan sus propias conclusiones basadas en sus líneas políticas. La crisis cubana va más allá de las ideologías, se trata de Derechos Humanos, se trata de un pueblo que atraviesa necesidades.
El estallido social de Cuba ha dividido a los países de América Latina, que tomaron posiciones dispares sobre la rebelión. Por ejemplo, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro ha condenado la represión hacia los manifestantes, mientras que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofreció ayuda al pueblo cubano y criticó la injerencia de Estados Unidos y el bloqueo comercial.
Con la Revolución Francesa (1789), uno de los acontecimientos históricos que transformó el modelo de organización política de la sociedad, se dio luz a los derechos del Hombre y del Ciudadano y que fue base de inspiración de todas las declaraciones de los siglos XIX y XX, y que fueron herramientas sólidas para la convivencia pacífica y la búsqueda del desarrollo de las personas. Con estos datos, podemos concluir que, por encima de las ideologías, deben prevalecer los derechos humanos.
Miremos la convulsión cubana con rostro humano. Se trata de un descontento social ante las necesidades apremiantes. La economía cubana sufre la peor crisis de los últimos 30 años, que se profundizó con el covid-19. El PIB de la isla cayó un 11% en el 2020 como consecuencia de la pandemia.
Otro elemento para poner a consideración son las restricciones implementadas por el Gobierno de Donald Trump hacia la isla, que limitó el envío de remesas, una de las principales fuentes de ingresos para el país. Pero el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba tiene 60 años.
Los cubanos salieron a las calles para exigir medicinas y alimentos, que forman parte de los derechos humanos. Las divisiones ideológicas registradas en torno al conflicto no permiten analizar criteriosamente la revuelta.