Un amigo me decía; Santi lo que en el planeta algo que nunca acabará es el hambre por eso me dedico a hacer y vender comida, a lo que no se equivoca y es por la alimentación que la organización de las naciones unidas convocó a sus integrantes para dialogar acerca de qué hacer en relación a la realidad que a su vez informa esta organización que es la verdad de tener 811 millones de personas, la décima parte de la población, padecen subalimentación en el mundo. La emergencia del COVID-19 agudizó la precariedad en la que viven las poblaciones más pobres. África es el continente con un mayor repunte del hambre.
Por esto y más ya existen compromisos cómo lo que hará los Estados Unidos se ha comprometido a invertir 10.000 millones de dólares (8.500 millones de euros) a lo largo de cinco años en la lucha contra la inseguridad alimentaria para su país y el resto del mundo.
Así y todo el pacto a favor de combatir la hambruna más que el uso del vil metal para la compra y distribución de alimentos recae más sobre cómo usar los recursos naturales de cada país para alimentarnos bien y tener exitosas jornadas aseguradas por tener el estómago satisfecho que da fuerzas y energías necesarias para enfrentar nuestras jornadas.
La existencia de gente con hambre es realidad en una casa que tiene para alimentarlos suficientes recursos que si fuesen bien producidos y repartidos no tendríamos grandes gastos para reuniones de organizaciones que “alimentan” al mundo de informes de estudios y reuniones que se desarrollan mientras el hambre va acabando vidas en distintas latitudes del mundo.
Aunque los hechos no sean similares en los países donde no existen el desayuno, almuerzo, cena y otro bocado del día, en estos lugares existirán personas sanas y recursos básicos para hacer que la naturaleza bien tratada pueda dar de comer a todos.
Yemen, Sudán del Sur y el norte de Nigeria encabezan la lista de naciones en alto riesgo dados los elevados niveles de hambre aguda de grandes sectores.
Se considera hambruna a la carencia grave de alimentos, que casi siempre afecta un área geográfica grande o un grupo significativo de personas. La consecuencia, generalmente, es la muerte por inanición de la población afectada, precedida por una grave desnutrición o malnutrición. Una realidad que al ver nuestros campos y generosa naturaleza para con nosotros, debemos procurar en hacer gente que se sienta satisfecha y no viva el triste hambre.