Hemos perdido dos años para hacer la mentada Reforma del Estado; era la gran oportunidad para mirar de forma crítica dónde tendríamos que colocar mayor cantidad de recursos del presupuesto y en qué tipo de actividades no.
Durante todo este tiempo se puso al vicepresidente Velázquez al frente con el hermano del mandatario -en ese momento ministro de Hacienda- Benigno López. Los mismos no hicieron absolutamente nada; presentaron una pequeña carpetita al presidente del Partido Colorado que él mismo tiró al cesto de basura. No tienen ninguna intención en realidad de cambiar nada en la estructura de un Estado paquidérmico, adiposo, corrupto e ineficiente.
Lo que tenemos en la actualidad es consecuencia de no tener la voluntad de hacer funcionar lo que se denomina la nación jurídicamente organizada, osea el Estado paraguayo que sigue siendo cualquier cosa menos un gestor, un administrador, un eficiente aglutinador de las voluntades de la gente en provecho de las mismas.
Hasta ahora, tampoco nadie ha hablado de que habría que hacer lo mismo desde la oposición, todos miran de soslayo la palabra reforma, la repiten como un mantra, pero en realidad no quieren hacer absolutamente nada porque los que están quieren ampliar su clientela política con mayor cantidad de nombramientos y los que quieren acceder al poder quieren hacer lo mismo y que les toque la oportunidad para hacer la misma tarea.
Lo que vemos es un Estado incompetente que no hace la tarea que debiera en áreas estratégicas donde el país no puede darse el lujo de seguir lamentando las oportunidades perdidas.