No soy abogado pero me gusta la justicia y anhelo que ella sea parte de nuestra vida cotidiana. Somos un país con mucha injusticia en todos los campos que es preciso volver a las raíces. A los pensadores del derecho y entre ellos está Ulpiano quien definió la justicia cómo “suum cuique tribuere” que en latín significa: dar a cada uno lo suyo. También habló que ella debe ser ejercida por personas honestas y no dañar a otros. Ulpiano fue un jurisconsulto romano que había desarrollado una idea muy actual y urgente sobre lo que debe ser la justicia.
Esta idea está ligada con el dar a cada uno lo que su categoría académica social o la dimensión del trabajo le proporcione y que esté relacionado con el reconocimiento dado y que no sea menor o mayor de lo relacionado con los círculos de los que venga, viva o trabaje. Este pensamiento da una plataforma sólida a lo que el ciudadano espera que sea una justicia equilibrada y equitativa para todos.
En la justicia paraguaya esto no acontece desde hace años. Ejemplos cómo la fiscala Sandra Quiñonez quien ocupó espacio y usó tinta y lugar en los medios de comunicación por denuncias de corrupción y servilismo a Cartes y ahora toca al ex senador Juan Ramirez quien pretende ser ministro del tribunal que juzga las elecciones. No ha sido abogado por 10 años cómo manda la Constitución y se sospecha que no será un hombre justo por tener lazos con el fundador de Honor colorado. Ellos no obedecen claramente a los deseos del pensador Ulpiano.
Nuestra justicia no tiene los parámetros que todo estudiante de derecho repite cómo loro cuando estudia en nuestras facultades pero no las sigue. Ni son honestos ni pretenden dar a cada uno lo suyo. Los niveles de desconfianza a la justicia son enormes y nos hace falta recordar al gran jurisconsulto latino pero por sobre todo vivir su pensamiento.
