Robar al Estado, robar lo público, robar al Municipio, parece una tarea muy sencilla a juzgar por los últimos informes del gasto en pandemia del municipio asunceno que ha desatado un verdadero escándalo que pone en peligro la elección del candidato colorado.
Pero la gran pregunta que nos debemos hacer es qué hicieron durante todo este tiempo los concejales que tenían la misión de controlar este gasto. ¿Fueron cómplices, ¿participaron de la comilona? ¿hicieron parte de ese gran negociado de más de US$3 millones? ¿Dónde están esos recursos y por qué ha sido tan fácil dilapidarlos?
En un país pobre como el nuestro, de US$ 5mil de ingreso per cápita, cuidar cada centavo debe ser la gran tarea de un administrador público, aquel que siempre administra necesidades, pero que requiere, fundamentalmente de mucha honestidad para mejorar lo que se llama el gasto público.
En Paraguay perdemos US$ 2mil millones anuales en esa hemorragia, según lo dice el banco del que Paraguay es accionista, el Banco Interamericano. Es la hora de plantear cuestiones severas, deberíamos preguntarnos si el concejal que vamos a elegir será un socio cómplice del intendente para robar, o será un celoso custodium, contralor del manejo de la cosa pública.
Si es lo primero, no se queje; si es lo segundo, puede existir un gran cambio.