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32 – 8

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Apenas 32 de cada 100 escolares de la enseñanza básica comprende lo que lee.

Sólo 8 de cada 100 puede completar las cuatro operaciones básicas de matemáticas.

Estas cifras fueron leídas días atrás en una sesión plenaria del Congreso. Pero a ninguno de los presentes pareció impresionarlo. Todos prefirieron seguir farfullando babosos argumentos sobre el acuerdo con la Unión Europea y su cacareada función de apoyo a la educación. Un espectáculo deplorable en el que muy pronto le saltaron las plumas a muchos de los legisladores presentes. Son tan transparentes que dan vergüenza al mostrar la hilacha que los caracteriza, porque está más que claro que de la defensa a ultranza del tal acuerdo con la UE depende la existencia de decenas de oenegés concentradas en facturar consultorías, la mayoría de las cuales nadie sabe qué servicio prestan al país aparte de asalariar politiquillos y operadores disfrazados de consultores. Pero eso no es lo más grave. Lo que indigna es que la lucha por conservar esos estipendios es presentada bajo la impúdica fachada de que si el acuerdo se cae, miles de niños paraguayos se quedarán sin comer en las escuelas.

¿Es que no tenemos vergüenza? ¿Hemos perdido el pudor al punto de reconocer que si no nos tiran unos euros desde afuera somos incapaces de dar de comer lo básico a nuestros hijos en la escuela? ¿Se puede caer a un grado mayor de obscena mendicancia?

El cinismo conque la clase política malversa fondos públicos llega a grados inconcebibles. Durante cinco años, 18 parásitos “parlasurianos” se llevaron de las arcas del Estado más de Gs. 50.000 millones en dietas, gastos de representación, viáticos, pasajes aéreos y hoteles de alta gama para asistir en Montevideo a no mas de ocho sesiones anuales del órgano legislativo más inútil en la historia de la fallida integración regional. Si alguien hubiera tenido coraje e integridad ciudadana para levantar la voz y hacer una propuesta, ahora que esa representación no necesita pagos extra, podrían haber redirigido esos valiosos recursos a completar el presupuesto de alimentación escolar.

Tal como este ejemplo de inútiles gastadores seriales, hay en el Presupuesto General de la Nación enclaves similares que succionan recursos públicos sin prestar ningún servicio. Pero nadie osa plantear una reprogramación de recursos. Y eso se explica muy facilmente. Si por casualidad un parásito es arrancado, otro ocupa inmediatamente su lugar. Y lo hará sin que se le mueva un pelo de vergüenza.

Para volver al comienzo, la ciencia ha determinado que los periodos críticos en el desarrollo cerebral de un niño son: control emocional, de 0 a 2 años; visión, de 0 a 2 años; apego social, de 0 a 2 años; vocabulario, de 0 a 3 años; segundo idioma, de 0 a 10 años; matemática/lógica de 1 a 4 años; música, de 3 a 10 años. Si recibe los nutrientes necesarios, el cerebro logra el 90% de su peso final a la edad de 8 años. El cuerpo, como totalidad, alcanza la mitad de su peso maduro a la edad de 10 años. Lo que no se consolida en esta etapa no se podrá recuperar durante el resto de la vida de una persona.

Sigan jugando con los programas de alimentación escolar, señores políticos. Sigan robando como cerdos mientras la primera niñez en situación vulnerable languidece en las escuelas, victimas de la desnutrición y malnutrición. Sigan condenando al Paraguay a la categoría de país mendicante y dando lugar a generaciones incapaces de insertarse en un mundo cambiante.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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