Las derivaciones del avión iraní parecen no tener fin. Los argentinos siguen investigando más profundamente que los nuestros, la Fiscalía, como siempre, ha cerrado los ojos ante una situación en la que está involucrado Cartes, y no ha movido absolutamente nada.
Quizás el hecho de la nota cuasi amenazante de la Embajada Iraní en Montevideo a la legación diplomática del Paraguay en torno a dos figuras del gobierno de Abdo, pueda mover algo las cosas; pero hay una mezcla de irresponsabilidad y falta de capacidad para dimensionar el tamaño del problema en el que el Paraguay está envuelto en esta oportunidad.
Algunos dirán que «el avión ya entró y salió de aquí, que se vean los argentinos”, el problema de la seguridad en este caso no es una cuestión de país nomás, es un problema de carácter regional y me animaría a firmar global. El terrorismo, el lavado de activos, el contrabando, son delitos perseguibles por todos los países en el mundo; y si no se hace frente a este tipo de desafíos tenemos manifestaciones todavía más violentas que ponen en entredicho la posibilidad de que sigamos siendo país.
Cuando se habla de un Estado fallido, entre otras cosas se habla de no haberse comprometido en tiempo y modo para evitar que una cuestión que parecía local se convertirá en regional.
El PCC que la gente creía que era un problema de Río de Janeiro o de Sao Paulo; ahora se encuentra entre nosotros en el penal de Tacumbú, el de San Pedro en la frontera, en los intereses que se mueven y en el sicariato. No hay problema de afuera en términos criminales que no terminen siendo nuestros a muy corto plazo.