@peztresojos – Emprendedor y Comunicador Social
La exposición a la tecnología es un fenómeno que ha cambiado vertiginosamente durante los últimos 30 años. Los niños de hoy están expuestos a pantallas antes de los dos años y adquieren habilidades en el uso de la tecnología antes de llegar a los 5 años. Cuando llegan a la adolescencia, han pasado más de la mitad de su vida manipulando tecnologías, motivo por el cual los adolescentes de ahora no tienen nada que ver con los de hace unas décadas.
La publicidad ha debido patear el tablero con la llegada de las redes sociales y las pantallas múltiples. Hasta la década de los 70’s, la misma se enfocaba en un público mayor de 30 años, con poder adquisitivo medio a alto. Hoy en día, gracias a la especificidad de las redes y sus contenidos, cada rango etario consume su propia publicidad. Lo que ha despertado la sociedad multipantallas, es que el hábito de consumo se despierte a más temprana edad. Ya no hablamos solamente de los pedidos tradicionales que realizaban los niños, sino toda una compleja estructura de consumo que va desde la vestimenta, los accesorios para la escuela, los juguetes y los dispositivos móviles, obviamente, todo esto a raíz del bombardeo constante y específico que reciben a través de las pantallas, sin tener la edad o la madurez para administrarla. Esto puede generar en ellos, según la capacidad adquisitiva o las prácticas económicas que ejerzan sus padres, una marcada inseguridad, crisis de identidad, depresión, lo cual no es un tema menor. No es la adolescencia la que llega antes, es la sociedad de consumo la que la anticipa.
Fuera de esta nube de pesimismo, los adolescentes tienen mucho que aportar y es necesario saberlos escuchar. En los casos de Malala, Greta Thunberg o Emma González, todas tratan causas justas y necesarias. ¿Quién puede no defender a niñas indefensas, ecosistemas arrasados o víctimas de una guerra? Estas niñas han sabido darle vuelta a la toxicidad de las pantallas, las han utilizado para dar a conocer sus causas y han hecho historia. Qué importante sería introducir con la misma fuerza de las publicidades los valores, la educación moral y cívica, para así lograr educación en ámbitos que la escuela no logra penetrar. Salir del “Consumo, luego existo” moderno, para volver al “Pienso, luego existo” cartesiano.