Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Una de las cuestiones sobre la cual venimos permanentemente hablando es cómo hacer más eficiente el manejo de la economía paraguaya, y en condiciones de pandemia solo hay 3 opciones, una de ellas, elevar los tributos, 2, aumentar los empréstitos, o sea, endeudarnos más, y 3, reducir drásticamente el costo fijo de pagar a los 320 mil empleados públicos, cualquiera de estas decisiones que se tomen será necesariamente una decisión de cara hacia el futuro con una proyección realmente importante.
El rechazo que tuvo en el Congreso la fijación de mayores impuestos al tabaco y a las bebidas gaseosas que utilizan azúcar, se hace no solo por una cuestión de carácter tributario, sino también de salud, si el tabaco lleva a que más de US$ 300 millones sean gastados en personas que se enferman de los daños que causa el cigarrillo y este negocio solo aporta US$ 60 millones, evidentemente hay un gran desbalance entre el costo que tiene para cada uno de los contribuyentes, incluyendo los que nunca han fumado en su vida, y lo que realmente tributa a las empresas dedicadas a este menester.
Deberíamos buscar lo que se llama equidad tributaria, pero también para que el sentido del tributo sea real, hay que mejorar notablemente el gasto, porque si no para qué vamos a tributar más recursos al mismo Estado dispendioso y nada austero con los recursos de la gente. Al mismo tiempo que planteamos nuevos tributos hay que plantear nuevos y verdaderos cambios de fondo de la estructura del Estado. Cuando la doctora Esperanza Martínez, ex ministra de salud, argumenta en favor de los impuestos al tabaco debe llevar la misma pasión que lo hace respecto al tema de recortar las instituciones absolutamente innecesarias como la de los parlasurianos que ella se puso terminantemente a que acaben como hasta ahora está procurando algunos sectores.
