EFE
Un estudio dirigido por investigadores del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas (EE.UU.) ha hallado «una relación significativa» entre los fármacos reductores del colesterol, conocidos comúnmente como estatinas, y las tasas de supervivencia de las pacientes con cáncer de mama triple negativo.
No es la primera vez que un estudio vincula estatinas y cáncer; el trabajo que ahora se publica en la revista Cáncer y cuyos resultados precisan de más investigación amplía los conocimientos, en concreto, sobre la relación entre el uso de estos fármacos y el cáncer de mama triple negativo.
Según sus autores, es el primero «con el potencial adecuado» para investigar el vínculo entre estatinas y los subtipos de cáncer de mama agresivo.
Kevin Nead, quien ha dirigido esta investigación, explica en una nota que ya existe un cuerpo de literatura sobre las estatinas y el cáncer de mama, pero «los resultados han sido inconsistentes».
A su juicio, las investigaciones anteriores han considerado el cáncer de mama como una sola enfermedad, pero «sabemos que hay muchos subtipos de cáncer de mama y queríamos centrar nuestra investigación en esta forma particularmente agresiva de cáncer de mama que tiene limitadas opciones de tratamiento eficaces».
Dado que las estatinas son de bajo coste, de fácil acceso y producen efectos secundarios mínimos, «esto podría tener un impacto importante en los resultados de esta agresiva enfermedad», señalan los autores, aunque advierten de que aún son necesarios ensayos prospectivos para validar los resultados.
El cáncer de mama triple negativo es una enfermedad agresiva que representa aproximadamente entre el 10 % y el 20 % de los diagnósticos de cáncer de mama.
Triple negativo significa que el cáncer de mama no tiene receptores de estrógeno o progesterona ni positividad para HER2, que son los tres receptores más comunes de esta enfermedad.
Esta combinación da lugar a un cáncer de mama agresivo con opciones de tratamiento limitadas, ya que hay pocos receptores a los que dirigirse activamente con las terapias existentes, detalla el comunicado de la Universidad de Texas.
El estudio retrospectivo incluyó datos de 23.192 mujeres mayores de 66 años con cáncer de mama en estadio I-III; de esa cohorte, 2.281 eran usuarias incidentales de estatinas, lo que significa que empezaron a tomarlas en el año siguiente al diagnóstico de cáncer de mama.
El inicio del tratamiento con estatinas en los doce meses posteriores al diagnóstico de cáncer de mama se asoció con un beneficio en la supervivencia en general y en la supervivencia específica del cáncer de mama, lo que apunta a que estos fármacos pueden tener un papel en determinadas pacientes con esta patología.
El análisis según el estadio del cáncer de mama sugirió que la asociación del uso incidental de estatinas con la mejora de los resultados puede ser mayor en las mujeres con triple negativo en estadio temprano.
Cuando se examinó la intensidad de las estatinas, el uso de aquellas de alta intensidad tuvo el mayor efecto sobre la supervivencia global entre las mujeres con este cáncer.
«Sabemos que las estatinas disminuyen la división celular del cáncer de mama y aumentan la muerte celular», señala Nead: «nuestro estudio demuestra que existe una asociación entre estas y la mejora de los resultados en el cáncer triple negativo, y ha llegado el momento de profundizar en esta idea en un ensayo prospectivo».