La actual crisis provocada por la pandemia del coronavirus nos va dejando enseñanzas, cuestiones que se hacen más que evidentes en este momento; ningún empresario pudo mantener sus ganancias cuando trabajadoras y trabajadores fuimos enviadas a casa y también fuimos nosotras y nosotros quienes sostuvimos la producción básica imprescindible, y además impulsamos las ollas populares que evitan la hambruna en nuestro país, y sin dudar será nuestro esfuerzo el que saque al país de la crisis, así que somos imprescindibles, y llego el momento de que exijamos nuestros derechos.
En estos 50 días de cuarentena como nunca hemos visto lo desprotegidos que nos encontramos con autoridades indolentes a nuestras penurias y empresarios insaciables, explotadores y desalmados; profesionales de blanco obligados a prestar servicios sin los insumos de bioseguridad y sufriendo represalias quienes se animaron a reclamar, despedidos injustificados, suspensiones temporales de contratos, reducciones arbitrarias de salarios y beneficios, y trabajadores independientes e informales dejados a su suerte.
Los grandes empresarios hicieron con nosotros lo que quisieron con la total anuencia de las autoridades de turno. El Gobierno demostró su completa incapacidad al limitarse a asistir con programas sociales aplicados de manera lenta, ineficiente e insuficiente. Es increíble que desde el Ministerio de Trabajo se plantee como logro de gestión la inmensa cantidad de suspensiones de contratos aprobados, es una falta de respeto la indiferencia ante tantos despidos, precarización y falta de comida para las familias.
Exigimos cero despidos, salario vital mínimo para quienes se encuentran sin ingresos, y la provisión de mecanismos e insumos de seguridad en todas las empresas que vayan retornando a la actividad productiva.
Necesitamos un Estado fuerte y autoridades comprometidas con la mayoría, y no solo que sea complaciente con los grandes empresarios amigos, como es ahora. No nos merecemos este Gobierno y como hacedores de la historia debemos cambiar nuestro camino de eterna desgracia.
Es hora de impulsar la economía y garantizar los productos necesarios para salud con el desarrollo de la industria; producción de medicamentos, respirados, equipamientos hospitalarios e insumos de seguridad.
Es también el momento de dejar de cargar en las trabajadoras y los trabajadores el pago de las deudas y el sostenimiento del Estado. Urge recaudar más con la creación de impuestos directos a las grandes empresas y concentradores de riquezas.
Todo parece difícil de lograr, y así es, pero la fórmula es conocida y de comprobada efectividad: unidad, organización y movilización. Todos los derechos que gozamos hoy fueron producto de la lucha, ninguna fue regalo de los empresarios o las autoridades.
Las trabajadoras domésticas lograron salario mínimo, el gremio médico y docentes del sector privado lograron jubilación digna, docentes del sector público lograron aumento salarial, las mujeres lograron una ley contra todo tipo de violencia, protección a la lactancia, por citar los recientes.
Aprendamos de esta crisis, no volvamos a esa vida donde solo sobrevivimos, construyamos una vida nueva con derechos y dignidad.