- Resignación inteligente. Usted nunca tendrá un jefe que no se crea experto en medios. Tenerlo sería ideal, pero no será así, aunque soñar no cueste nada. Todo político de poder en la actualidad, se cree experto en medios. A él no le van a contar cuáles son las políticas de comunicación adecuadas. Él es la comunicación. El jefe de prensa debe seguirlo a él y no él a su jefe de prensa. Usted tiene que encontrarle el modo a su jefe. Entender que siempre se estará quejando del trabajo de usted. Convencerlo diariamente de que usted le es útil, es su gran desafío.
- Tener olfato político. La comunicación es la esencia de la política. La política busca convencer, justiticar, hacer volver a creer a los escépticos. Un jefe de prensa debe tener indispensablemente olfato político. Adelantarse a los acontecimientos. Adivinar las jugadas de los adversarios. Tener conocimiento del poder. Es la única manera de darse a respetar en el gabinete, que siempre está integrado por quienes se creen expertos en comunicación.
- Tener olfato periodístico. Esto significó por mucho tiempo, tener intuición para saber cómo se le podía sacar más provecho a la noticia generalmente en periódicos, radio y televisión. Hoy las reglas de la comunicación han cambiado con la relevancia veloz -y feroz- de las redes sociales. Usted, como un guardaespaldas, tiene que ver lo que otros, distraidos, no logran ver. El olfato periodístico es tan necesario como el olfato político. Y a veces, hasta más.
- Tener tolerancia a la crítica. No secunde, si es el caso, la intolerancia de su jefe a los medios. Usted tiene que entender la dinámica de la opinión pública. Todo político se siente víctimas de los medios., pero no puede vivir sin ellos. Se queja de que no se le hace justicia a su trabajo. Que los medios solo destacan lo malo y que detrás de cada nota hay un complot en su contra. Insisto: todos son iguales.
- Tener la piel dura. Si el político debe tener la piel dura, usted tiene que tenerla aún más. Además de los embates externos de la opinión pública, tendrá también los de su jefe. Y los de su gabinete. Recuerde que el político es un ser siempre en tensión. De ahí que con frecuencia sobre reaccione a la crítica.
- Estar bien informado. Es indispensable que usted sea el mejor informado del gabinete. Muchas veces los jefes de prensa son lo menos enterados. Un jefe de prensa no solo debe estar informado del pulso de la opinión pública, sino de las intrigas y los golpes bajos que se dan entre los miembros del gabinete. En el gabinete están los mejores enemigos del gobierno. En un gobierno jamás existirá un gabinete unido.
- Tener sentido del humor. No es éste un comentario frívolo. El humor es un antídoto a las presiones brutales de la política. Hay siempre algo de cómico en el ejercicio de la política. Descúbralo usted. En su soledad, ríase de las manías de su jefe, de su comicidad involuntaria cuando hace un desplante que lo desfigura y lo hace pequeño. Y a veces ridículo. Tómese en serio la política, pero no tanto.