- Las campañas no prenden. Esta frase no puede faltar en una elección. Quiere decir que los candidatos y sus partidos no logran atraer el interés de los electores, sobre todo al principio de la contienda. Y es que la gente tiene mucho en qué pensar: cómo pagar sus deudas, no perder el trabajo y hasta como sobrevivir. Los candidatos lo deben entender. Hay muchas cosas en la vida cotidiana de un ciudadano que le preocupan más que una elección.
- Esta elección es inédita. Ninguna elección es igual. Obvio. A pesar de que hay un piso de similitudes, cada campaña tiene sus propias características. Simplemente porque los contextos cambian. Hay nuevas realidades de una elección a otra. Y el electorado generalmente se divierte escondiendo su decisión final frente a la urna. Entonces, una elección siempre será inédita. Además, se dice esto cuando aún no ha pasado.
- Hay algo que no dicen las encuestas. Creer o no creer en las encuestas, ahí está el dilema, parafraseando al clásico. Las encuestas no tienen la culpa de que la gente a veces esconda la verdad. Que se divierta. O que conteste por fastidio o emoción. O sólo lo que se le viene a la mente en ese momento. Siempre habrá algo que oculten las encuestas: las indecisiones propias del ser humano.
- Esta es una elección de Estado. Una frase, también infaltable. Acusa a los gobiernos que ponen a disposición de su partido -abierta o de manera soterrada- los recursos humanos, materiales y presupuestales para que puedan ganar la elección. Sucede en todas las democracias, aunque hay algunos gobiernos que rozan el cinismo. A pesar de ello, a veces, los resultados les son adversos. La democracia, pero sobre todo la decisión de la gente, genera anticuerpos para esta práctica.
- No hay por cual votar. Generalmente los candidatos no dan gusto a todos. El electorado no es tan fácil de convencer. Exige virtudes supremas a sus candidatos. Los califica y los ignora. Los critica con vehemencia y rigidez. La gente les pide que sean honestos, inteligentes y simpáticos. Que sepan hablar con emoción y sean sinceros. Ante tal exigencia, no es extraño que se diga que no hay por quién votar.
- El pueblo no se equivoca. Es la frase favorita de los demagogos. Y al pueblo le gustan que le digan eso. Pero la verdad es que el pueblo de vez en cuando se distrae y elige a quien no debiera. Pero que no se dramatice esto, ¿quien en la vida no se equivoca al elegir? La democracia tendrá muchos defectos, pero brinda oportunidades de corregir errores.
- La verdadera encuesta son los votos. Pues sí. Es la encuesta inapelable y a veces da sorpresas a las encuestas y a quienes creyeron en ellas. Y es que parece sencillo, pero nadie está seguro de nada, hasta que el pueblo ha votado. Entonces sí, los analistas políticos dirán que acertaron. Como siempre, nunca fallan. ¿Nunca?