El Obispo Ricardo Valenzuela disertó en Univerano 2023. Durante su exposición, afirmó que existe un “fuerte quiebre de liderazgo e incapacidad de partidos políticos”.
A continuación, su conferencia íntegramente;
Nuestro país vive un período de hondas preocupaciones, inquietudes y tensiones que afectan a nuestra sociedad en el orden político, económico, social y humano; factores que aconsejan y exigen un debate sincero, entre todas las personas de buena voluntad.
Como cristianos estamos llamados a actuar en unidad. ¡En efecto, “que todos sean uno!; nos dice el Señor Jesucristo.
Esa unidad querida por Dios no consiste en igualar todas las cosas sino en la capacidad de ser solidarios entre los hermanos y en vivir en comunión de fe y esperanza; en fortalecer, como pueblo, nuestros principios e ideales para renovar juntos nuestros compromisos con la Iglesia y con nuestra nación. Y en este sentido, todos tenemos la obligación de hacer una lectura de la historia, de los acontecimientos y circunstancias. No podemos limitarnos a balconear y ver pasar los hechos, como había dicho el papa Francisco a los jóvenes en la
Costanera de Asunción. Nuestro compromiso cristiano es un imperativo moral para examinar las distintas situaciones, comprenderlas, interpretarlas correctamente desde los valores cristianos con el fin de participar activamente en la promoción del bien común y en el cuidado integral de toda la Creación.
Una urgencia: de reconstrucción moral
Nos encontramos en una verdadera urgencia nacional que sólo puede ser superada con medidas a corto, mediano y largo plazo. Las soluciones de carácter urgente recaen principalmente en el orden político. En este sentido, los partidos políticos tienen la gran responsabilidad para ofrecer las respuestas adecuadas a las diversas necesidades.
Sobre todo, se necesita reparar, lo antes posibles, el quiebre del liderazgo y la persistente
inestabilidad, unidos a la incapacidad de los partidos políticos de transformarse, internamente, en forma radical y profunda a su incapacidad de servir dignamente al país.
Superar la atomización de los partidos para abrirse a una colaboración generosa en bien de la patria. El uso y abuso de la política y del poder crean un caos socio-político, con su repercusión inevitable en la corrupción, que el país ya no puede soportar. Prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues cada uno es esclavo de aquello que lo domina (2Pe 2,19). Ese fenómeno está en la base y es el agravante mayor de los problemas económicos y sociales que esperan una urgente solución.
Por otra parte, vemos que el Estado destina cada vez más recursos a los partidos, sin compromiso de contrapartida de rendir cuentas, mientras organizan verdaderas barreras para impedir que se estructuren nuevas formas de terminar con la presentación de referentes carentes de ética y de trayectoria honesta. A todas estas cuestiones, se suma el peligroso oficio de jugar con fuego autorizando, alegremente, en el presupuesto de la Nación para que se gaste más de lo que se recauda, lo cual puede desembocar en una gran inestabilidad política e institucional a corto plazo.
El mayor perjudicado –como siempre- será el pueblo. Por tanto, es una necesidad imperiosa la formación integral de líderes políticos honestos, idóneos, en el desempeño de sus funciones, y eficaces en la gestión del bien común para que de veras sean los primeros responsables para generar la mentalidad de una auténtica política capaz de transformar la sociedad. El liderazgo de Jesús, que se preocupa y resguarda a los suyos, que vino para servir, que cura y alimenta a la gente, que da la vida por los demás y que ofrece la salvación definitiva, es un modelo a imitar por nuestros líderes; y es guía para la formación y educación de nuestros jóvenes valientes que se proyectan en la conformación de liderazgos que pongan en movimiento un poder de servicio y no un poder de dominio.
La Iglesia, con sus luces y con sus sombras, en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios, está llamada también a colaborar con la recomposición de la sociedad, con su reconstrucción moral mediante la evangelización, el anuncio de la Palabra de Dios, la formación de la conciencia y de comunidades que celebran los sacramentos, promoviendo la promoción integral de hombres y mujeres; y superando sus contradicciones y anti testimonios.
En esta hora tan importante para el futuro de nuestro país, de cara a las próximas elecciones del 30 de abril, exhortamos a todos los cristianos a asumir con firmeza y confianza el compromiso de anunciar con la palabra y testimoniar con la vida, la presencia entre los hombres, de Cristo, el Señor de la historia. En ese anuncio y ese testimonio, los fieles laicos tienen un puesto original e irremplazable, pues por ellos la Iglesia de Cristo está presente en los más variados sectores del mundo, como signo y fuente de esperanza y de amor (Christifidelis Laici, 7).
Animamos también a todos los dirigentes de nuestro país, a tomar como guía y modelo a los hijos de esta tierra, a San Roque González de Santa Cruz, quien dio su vida por Cristo y por la Iglesia y supo vivir por y para sus hermanos, especialmente los más pobres y necesitados, procurando una vida digna para ellos, viviendo el respeto y la justicia, el trabajo y la solidaridad.
Que Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé, desde su Basílica Santuario, lugar de encuentro y coincidencia de los paraguayos, nos acompañe y nos dé el discernimiento necesario y la fortaleza para asumir nuestra propia e intransferible responsabilidad, en este compromiso común de construir ya, el Paraguay que podemos y que queremos, es decir, un nuevo Paraguay en la verdad, la justicia, el amor y la paz.