Paraguay elegirá el 30 de abril un nuevo presidente para los próximos cinco años, en unos comicios que podrían conducir a la alternancia si el conservador Partido Colorado no logra superar los desacuerdos entre sus líderes y mantener su caudal histórico de votos.
No se espera que un eventual cambio afecte el rumbo económico en el cuarto exportador mundial de soja, que prevé un repunte en el crecimiento este año por el despegue de la cosecha actual y una inflación controlada. Las elecciones se definen en una sola vuelta y el mandatario electo asumirá el 15 de agosto.
Las encuestas recientes sitúan indistintamente como ganadores al economista Santiago Peña, delfín del expresidente y titular del Partido Colorado Horacio Cartes, y al abogado Efraín Alegre, líder de la coalición opositora Concertación Nacional, lo que pronostica un final abierto.
Pero a menos de dos meses de la definición, las miradas están puestas en si el Partido Colorado, que gobernó ininterrumpidamente durante más de 60 años el país hasta 2008, puede llegar unido tras unas primarias encarnizadas y las sanciones del gobierno estadounidense a su máxima autoridad.
Estados Unidos acusó a Cartes, uno de los hombres más ricos de Paraguay, de participar en actos de corrupción significativos y le aplicó sanciones económicas. El exmandatario se vio obligado a delegar su firma para evitar que el partido tenga problemas de financiamiento.
«Pareciera que hay heridas (entre los colorados) que no se restañaron lo suficiente (…) hay una suerte de conflicto silenciado o minimizado pero latente», dijo a Reuters el politólogo Marcos Pérez Talia, investigador en la Universitat de València.
En las elecciones de 2018, Alegre fue candidato presidencial de una alianza con menos fuerzas políticas y perdió por apenas tres puntos frente al actual presidente, Mario Abdo. «Ahora la Concertación es un espacio más amplio de convergencia y hay grandes chances de que logre la alternancia», agregó Pérez.
El propio Abdo dio muestra de las aparentes fricciones cuando dijo que pedía el voto para Peña a pesar de no considerarlo el mejor candidato y declaró días después que los paraguayos no deberían tenerle miedo a la alternancia.
VOTO AFECTIVO
Aún así, el Partido Colorado conserva el mayor número de afiliados del país, un importante voto cautivo entre la población pobre -casi una cuarta parte de los habitantes- y una maquinaria electoral potente que podría inclinar la balanza a su favor, dijo el politólogo italiano Marcello Lachi.
«Es una diferencia entre élites, en general la población entiende solo el voto afectivo. Los dos candidatos dicen la misma cosa y la gente vota por el color», sostuvo Lachi, refiriéndose la histórica rivalidad entre los partidos tradicionales, el Colorado de Peña y el Liberal de Alegre.
A esto se suma la postulación por primera vez de más de una decena de otros candidatos con muy escasas chances de ganar que podrían dispersar los votos principalmente de la oposición, y la posibilidad de que las sanciones contra Cartes impulsen un sentimiento nacionalista de apoyo, agregó Lachi.
Tras las elecciones internas celebradas en diciembre, la campaña ha transcurrido sin muchos sobresaltos, con Alegre atacando a Peña por considerarlo un «títere de la mafia» liderada por Cartes, quien fue acusado de sobornar legisladores y de tener vínculos con el poderoso grupo extremista Hezbolá.
«Todas las palabras que digan en campaña para mí son vacías porque prometen cualquier cosa (…) pero quiero que haya alternancia, no puedo más ver a los colorados copando todos los espacios», dijo Karina Galindo, una diseñadora gráfica de 50 años de Asunción.
Peña, un exministro de Hacienda de Cartes, ha puesto énfasis en las reformas que el Estado necesita, pero su falta de experiencia en política le pasó factura, con declaraciones polémicas en las que calificó de «haraganes» a los argentinos o comparó la seguridad en una zona del país con la del norte de Europa.
En este contexto, el voto de los indecisos puede jugar un papel importante.
«Creo que los dos partidos son una vergüenza, entonces voy a ver antes de las elecciones quién es un poco más pasable para que reciba mi voto», dijo Lorena Ruiz, una contadora de 45 años a la autora del artículo Daniela Desantis.