No imaginé, tampoco esperaba ni pensé que una generación iba a ser criticada y golpeada con las llamadas de atención que hasta ahora me toca escuchar. Ustedes
no trabajan no se juntan para hacer cambios importantes en el país, están todo el día frente a sus pantallas pensando que allí naufragando lanzando botellas al mar virtual conseguirán una respuesta rápida que no solo responda a su pregunta o inicio de conversación sino a su soledad que no los deja pensar y concentrarse en
su presente y su futuro.
Porque me agotó escuchar de mis padres y generaciones superiores las críticas, es por eso que nace este artículo. Que no es para echar la culpa a nadie y menos limpiar las manos de mis contemporáneos. Si alguien tiene culpa de los problemas que tenemos somos nosotros, que en Paraguay representamos gran parte de la población donde el 60% de la misma tiene menos de 30 años y otro porcentaje supera esa edad.
Paraguay tiene lo que podríamos llamar un súper bonus demográfico que se ve aprovechado por empresas que utilizan eso para su capital. A mis amigos, familia y compañeros y ex compañeros de trabajo les digo que no es feo ni malo ser joven, todo lo contrario ser joven representa una oportunidad y tiempo de
éxito si aprendemos a emplear nuestros talentos tras un proyecto noble para la sociedad.
Talentos que imagino todos tenemos y que puede servir para el diseño de una máquina humana para el país. Contemporáneos os llamó para que juntos mostremos lo que valemos y que también podemos ser buenos ciudadanos para el país y el mundo. No es posible seguir viendo a los mismos gerentes en el parlamento o cátedras universitarias. ¿Qué pensarán las generaciones más jóvenes de los millennials?, fuimos fracasados en finanzas, familia, estudios, relación social, trabajo. Maduremos coetáneos, cambiemos.