Mentir, tergiversar, ocultar maliciosamente, usar fondos públicos indebidamente, violar la cuarentena, manipular resultados, poner en peligro la vida de terceros y usar influencias para beneficio propio. Son demasiados delitos e inconductas juntos en una persona y en muy poco tiempo como para que se los pase por alto.
La cuestión sube de tono cuando quien ha perpetrado todas estas acciones es una legisladora a quien el pueblo, en las urnas, le ha conferido representación. Votar es un acto de confianza. El elector espera verse reflejado en sus demandas legítimas ante las instituciones del Estado a través del poder que ha delegado en o las personas que considera mejor preparadas para la tarea encomendada.
Es natural que el elector se sienta traicionado ante espectáculos ofensivos y burdos como los protagonizados por la senadora Bajac y, en otra dimensión, la diputada Del Pilar Medina. El “caso Bajac” resume todas las transgresiones posibles. La senadora alega haber sido invitada a un “evento político” en Guatemala, para lo cual se hizo pagar por el Senado pasaje, estadía y viático.
Como al parecer el tal evento quedó suspendido por el coronavirus, la susodicha recalculó opciones y en vez de volver a Asunción al cesar el motivo de su viaje autorizado por el Senado, terminó por aterrizar en Lima para asistir a un evento religioso en donde se encontró – ¿casualidad?- con la colega diputada Del Pilar Medina, quien sí había ido exprofeso a ese encuentro místico. De vuelta a Asunción, en lugar de recluirse en cuarentena por provenir del exterior, se permitió seguir con su rutina asistiendo al salón de su estilista y participando de una sesión del Senado.
Como corolario y en el colmo del cinismo, intentó manipular los resultados de un test laboratorial cuando ya su escenario estaba en rojo intenso rumbo a la expulsión de su banca.
El Senado no debe dudar un instante en casar la representación de esta persona que resume lo peor de la condición humana. Repetimos, son demasiados delitos e inconductas juntos para dejarlos impunes: Mentir, tergiversar, ocultar maliciosamente, manipular resultados, usar fondos públicos indebidamente, violar la cuarentena, poner en peligro la vida de terceros y usar influencias para beneficio propio.
Ojalá que quienes están diseñando el “nuevo Estado” encuentren formas de evitar que estos desperdicios del cromañón sigan dominando la política.