Bastó que el Papa lo proclamara urbi et orbi para que cuanto político santurrón y sinvergüenza existe se agarrara de sus dichos para proclamarse “perseguido político”. Francisco proclamó ante una bizarra cumbre de jueces panamericanos: “Aprove¬cho esta oportunidad… para manifestarles mi preocupa¬ción por una nueva forma de intervención exógena en los escenarios políticos de los países a través del uso inde¬bido de procedimientos lega¬les y tipificaciones judiciales”. Y agregó aquello de que “el ‘lawfare’ (guerra judicial), además de poner en serio riesgo a las democra¬cias… es utilizado para minar los procesos políticos emer¬gentes…”.
Fue la consagración, con incienso y mitra, de la categoría de perseguido político. En ella se anotan todos los funcionarios de alto rango que alguna vez tuvieron, o siguen teniendo, cuentas que arreglar con la justicia.
Los cargos perpetrables desde la función pública se alinean hasta el infinito: coimas, sobornos, sobrefacturaciones, malversaciones, venta de influencias, lesión de confianza, extorsión, chantaje, abuso de poder, nepotismo, declaración falsa de bienes personales y una larguísima lista de ítems que desbordan las páginas del Código Penal y el de procedimientos.
Pero a partir de ahora, y gracias al “Santo Padre”, cualquier politiquillo de poca o mucha monta se proclamará perseguido por sus ideas y citará profusamente al pontífice con tal de salvar el trasero.
El principio ya estaba en uso. La práctica consiste en ejercer los más altos cargos políticos –comenzando por la Primera Magistratura- y, cumplida esa etapa, hacerse elegir senador, diputado o concejal para ingresar a esa Hermandad de la Costa de los que tienen fueros (ex presidentes, legisladores, fiscales, jueces, etc.). Refugiados en la Isla de la Tortuga, los privilegiados son alcanzados ahora por el imprimatur papal que les otorga un aura de intocables y un estatus inalcanzable para el “largo brazo de la justicia”.
Tarea para la jurisprudencia: tomar en serio esto del “lawfare”, que viene con muy alto patrocinio y legiones de seguidores. No sea que muy pronto se incluya como una nueva materia en las facultades de Derecho junto a lógica jurídica o criminología.